domingo, 29 de junio de 2008

UN VARON CONFORME AL CORAZON DE DIOS

Mientras aún vivía Saúl, Dios le dice a Samuel:
-Levántate, toma el cuerno, llénalo de aceite. Hoy vas a ungir a un varón conforme a mi corazón como rey de Israel.
-Señor, si Saúl se entera, me matará.
-¡Ve!
Samuel obedece.- ¿Adonde, Señor?
-A la casa de Isaí.
-¿Isaí?
-Sí, uno de sus hijos será el rey.
-¿Un hijo de Isaí? ¿El hijo de un campesino, rey?
-¡Ve!
Y Samuel va a Belén, la aldea donde vive Isaí.
-¡Bienvenido seas, profeta Samuel! ¿Qué te trae por aquí?
-Un mandato de Dios. Quiero que hagas pasar a tus hijos delante de mí, porque Dios me ha ordenado que unja a uno de ellos por rey sobre Israel.
Sorpresa y excitación en el corazón del padre.
-¿Cómo es eso? ¿Uno de mis hijos? ¿Ungido rey? ¿Hoy?
No cabe dentro de sí. Sale en seguida en busca de los muchachos. ¿A quién llamar? ¿Cuál será el mejor candidato? ¡El primogénito, por supuesto! ¡Es especial para rey!
Llama, entonces, al hijo mayor. Cuando Samuel lo ve, no puede ocultar su satisfacción.-Es éste, sin duda. ¡Excelente muchacho!
Pero Dios le habla: -No es él. Porque el hombre mira lo que está en sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Entonces Samuel declara: -No, éste no es.
“¡Que extraño!”, piensa el padre. “Yo creí… Bueno seguramente es el segundo.” Entra el segundo. Y Dios vuelve a decir: -No. Pasa el tercero… el cuarto… el séptimo, y tras cada uno Dios repite: -No.
-Jehová no ha elegido a éstos –dice finalmente Samuel, e Isaí queda confundido.
-¿Tienes algún otro hijo? –le pregunta el profeta.
-Aún hay uno más… pero no como para ser rey. Es un muchacho muy sencillo, criado en el campo, entre las patas de los animales. Es el que cuida las ovejas…
-¡Llámalo!
Alguien sale en busca del menor.
-David, David, papá te necesita.
Viene David corriendo. Entra así nomás, en sandalias y ropa de campo, sucio y desarreglado. El Señor habla a Samuel.
-Levántate y úngelo, Este es.
El profeta se pone de pie y toma el cuerno. David se arrodilla delante de él, y es ungido como rey de Israel en el nombre de Jehová. ¡He aquí el candidato de Dios, aquel a quien El ha escogido! Recién después de varios años David va a poder ceñirse la corona real, pero en ese instante ya queda ungido como rey, siendo un varón conforme al corazón de Dios.

domingo, 22 de junio de 2008

SAUL ES DESECHADO

Dios desecha a Saúl como rey sobre Israel. A él y a su descendencia, aunque seguirá gobernando por algunos años más. ¿Por Qué? ¿Es tan grave lo que ha hecho? Si: quiso hacer su propia voluntad.
¡Triste historia la de Saúl! Ungido, luego desechado. Finalmente, atormentado por demonios, y lleno de celos homicidas hacia David. Su vida concluye delante de sus enemigos. No hay voz de Dios para él. Vive en conflicto y tormento interior. Queda acorralado por los que le persiguen. En pleno campo, herido y a punto de perder la batalla, le dice a su escudero: “saca tu espada y mátame.” El escudero no se atreve, y dado que en su orgullo él no puede permitir que sus enemigos lo maten, clava el puño de su espada en la tierra y se arroja sobre ella. Así termina la vida de un hombre que quiso vivir como mejor le parecía, no reconociendo al Señor como la autoridad suprema de su vida.

miércoles, 11 de junio de 2008

UN REY CONFORME AL CORAZON DEL PUEBLO

Entonces es ungido el primer rey sobre Israel, Saúl. Ya que el pueblo así lo quiere. Dios les da un rey conforme al corazón de ellos. Un rey hermoso, de buen físico y muchas virtudes; joven, de excelente condiciones. Así era Saúl. Si lees acerca de sus comienzos, quedarás muy bien impresionado de él. Reúne todas las condiciones humanas requeridas para ese cargo.
Pero ya en el segundo año de su reinado, cuando Jonatan su hijo ataca la guarnición de los filisteos y los pone en huida. Saúl pasa un pregón por todo Israel: “Saúl atacó a la guarnición de los filisteos”. ¡Es una mentira! Jonatan lo había hecho. Pero él quiere la gloria para sí; quiere ser aclamado por el pueblo.
Eso no es todo. Su problema fundamental radica en que al convertirse en rey, quiere hacer lo que a él le parece. El profeta, que representa para él la voz de Dios, le dice: -No ofrezcas tú el sacrificio- y Saúl espera siete días. Como Samuel se demora, desobedece y ofrece el sacrificio él mismo. Cuando Dios dice “No”, Saúl dice “Si”.
Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tú Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Más ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (1º Samuel 13:13,14).
Más tarde Dios le dice a Saúl: Mata a todos, animales y hombres. Pero Saúl se excusa y, por iniciativa propia, perdona a algunos. Ahora que Dios dice “Si”, él dice “No”. Eso es hacer lo que a uno le parece. En eso consiste el pecado mayor.

jueves, 5 de junio de 2008

DIOS ES DESECHADO COMO REY

Sin embargo, después de algunos años, Israel quiere librarse nuevamente de la teocracia. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel (1º Samuel 8:4).
-Debemos hacer algo. Samuel nos dice a cada momento, Así ha dicho Dios. En el tiempo de nuestros padres no era así. Cada uno hacía lo que quería. ¿No es mejor eso? ¿Hasta cuándo vamos a soportar este sistema de cosas? “Que Dios dijo esto, que Dios dijo lo otro…” ¿Por qué no le sugerimos un cambio?
Se ponen de acuerdo, van a Ramá, y llaman a Samuel. Uno toma la palabra:
-Honorable y respetable profeta Samuel. Nosotros, los ancianos del pueblo de Israel, reunidos de común acuerdo, queremos expresarle nuestra gratitud por los servicios prestados aquí, y dada su avanzada edad, hemos acordado concederle el cese de servicio. Estamos muy agradecidos por todo. Pero antes de su retiro quisiéramos solicitarle un último favor.
Samuel, muy sorprendido, espera el pedido.
-He aquí, tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, CONSTITUYENOS AHORA UN REY que nos juzgue, como tienen todas las naciones (1º Samuel 8:5).
Al oír esto, el profeta queda fuertemente disgustado: “Pero, ¿este pueblo no entiende? ¿O acaso ignora su historia? ¡Son el pueblo de Dios! ¿Cómo se les ocurre pedir un rey?” Su corazón está cargado y dolorido. Samuel va a orar, a buscar a Dios.
-¿De dónde, Señor, de dónde ha salido esto? ¿Cómo se les ocurre tal cosa? Han dicho: “… como tienen las demás naciones”. Ah, cuando el pueblo de Dios baja sus normas al nivel de los que viven sin Dios, ¡cuántos males comienzan a surgir!
“Queremos un rey como tienen las otras naciones”… Israel está viviendo en Canaán, rodeado por otras naciones, las cuales sí tienen rey, y sabe la fiesta que ellas hacen cuando el monarca visita alguna de sus ciudades. Toda la gente se agolpa en la plaza y a los lados de la calle principal. El camino real es embanderado. Palmas, flores, banda musical. Entusiasmo. ¡Viene el rey! De pronto, aparecen dos jinetes; son los heraldos del rey. Hacen sonar sus trompetas: -¡Atención! ¡El rey viene! – A lo lejos, se comienza a divisar un carruaje que avanza por la vía real. Se acerca. Es blanco y está muy engalanado. Viene tirado por caballos espléndidos. Sobre el carruaje hay un trono; sobre el trono, un rey; y sobre la cabeza del rey, una corona. La gente victorea, agita sus manos en alto, aclama con júbilo: ¡Viva el rey! Los músicos ejecutan la marcha real. Todo es algarabío.
-¡Es fabuloso tener rey! ¿Por qué todos lo tienen y nosotros no? … Samuel, queremos un rey, un rey como tienen las otras naciones.
-Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino A MI ME HAN DESECHADO PARA QUE NO REINE SOBRE ELLOS (1º Samuel 8:6,7). Samuel, dales lo que te piden. Porque me han desechado a mí. Han dicho, en otras palabras, No queremos que éste reine sobre nosotros. Pidiendo un rey humano han pretendido disfrazar sus intenciones. Pero en realidad no quieren que yo reine sobre ellos.