viernes, 28 de febrero de 2014

CONTENIDO, NO EXTINGUIDO

Hebreos 10:19-39 Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. —Hebreos 10:37 En junio de 2012, un incendio en el cañón Waldo destruyó 346 casas en Colorado Springs, Estados Unidos, y quemó más de 70 km2 (18.000 acres) de bosques. Se declaró que el fuego estaba totalmente controlado cuando se construyeron líneas perimetrales en toda el área. Se lo redujo a una zona definida hasta que pudo extinguirse por completo. Un bombero advirtió a los residentes sobre la posibilidad de seguir viendo humo porque, aunque el fuego estaba contenido, «no está controlado ni apagado». Cuando nuestro mundo es sacudido por acontecimientos trágicos y actos malvados, anhelamos el día cuando el mal sea finalmente destruido, Dios ponga fin a la historia y establezca su reino. No obstante, hasta entonces, el Señor nos da su gracia para que vivamos con fe y propósito mientras esperamos su venida. En Hebreos 10, se nos insta a acercarnos a Dios con corazones sinceros (v. 22), asirnos de la esperanza que profesamos (v. 23), estimularnos mutuamente al amor y las buenas obras (v. 24) y seguir reuniéndonos para alentarnos, «tanto más, cuanto [vemos] que aquel día se acerca» (v. 25). Hasta que Dios extinga para siempre las llamas del mal, nos da su gracia y fortaleza para soportar las pruebas de la vida, mientras aguardamos con ansia su regreso. Jesús viene… ¡tal vez hoy!

jueves, 27 de febrero de 2014

SIEMPRE BENEFICIOSO

Colosenses 3:12-17 Vestíos […de benignidad, de humildad, de mansedumbre, […] de amor... —Colosenses 3:12,14 A veces, cuando estoy a punto de salir de casa, mi esposa Martie me detiene y dice: «¡No puedes ir a la oficina vestido así!». Por lo general, se trata de la corbata que no combina con la chaqueta o el pantalón con el saco informal. Aunque su cuestionamiento de mis elecciones pueda parecer una afrenta a mi buen gusto, me he dado cuenta de que su influencia es siempre beneficiosa. Las Escrituras suelen exhortarnos a «vestirnos» de actitudes y acciones que combinen con nuestra identidad en Cristo. A veces, nos conocen por la ropa que llevamos, pero podemos dar a conocer al Señor vistiéndonos de intenciones y obras que revelen su presencia en nuestra vida. El apóstol Pablo nos aconsejó establecer el estándar de moda exhibiendo el guardarropa de Cristo: misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia y perdón (Colosenses 3:12). Luego, agregó: «Y sobre todas estas cosas vestíos de amor […]. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones…» (vv. 14-15). Para vestirnos a semejanza de Cristo, debemos pasar tiempo con Él. Si lo oyes decir: «¡No puedes salir así!», permítele llevarte al ropero para que Él te vista a su semejanza. ¡Siempre es beneficioso! Vestirnos de las actitudes y las acciones de Jesús muestra su presencia en nuestra vida.

miércoles, 26 de febrero de 2014

DÓNDE HALLAR SABIDURÍA

Santiago 3:13-17 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios… —Santiago 1:5 La sabiduría es la hermosura de la santidad. Santiago dice que es razonable, comprensiva, perdonadora, pacífica, solícita, dispuesta a hacer visitas afectuosas, actos de cortesía, y a expresarse con amabilidad. Es humilde, transparente, sencilla, amable y esencialmente benigna (Santiago 3:17). ¿Dónde podemos encontrar sabiduría? Viene del cielo (1:5). Según Charles Spurgeon, «la sabiduría es una vida hermosa que solo puede surgir de la obra de Dios en nosotros». De vez en cuando, es bueno preguntarse: ¿Estoy creciendo en sabiduría? Después de todo, la vida es inexorablemente dinámica. Con el tiempo, somos más dulces y más sabios, o nos volvemos más necios o unos cascarrabias amargados. ¿En qué estás convirtiéndote? Nunca es demasiado tarde para empezar a crecer en sabiduría. Dios nos ama con tanto ardor e intensidad que puede librarnos de nuestra insensatez si nos entregamos a Él. Su amor puede convertir la naturaleza más complicada en un milagro de asombrosa belleza. Quizá duela un poco y lleve cierto tiempo, pero el Señor no se rinde en su deseo de transformarnos. Cuando se lo pidamos, su sabiduría comenzará a brotar en nosotros y a derramarse sobre los demás. Tenemos esta promesa: «Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y [le] será dada» (Santiago 1:5). La sabiduría verdadera empieza y termina en Dios.

martes, 25 de febrero de 2014

NO DESHIDRATARSE

Juan 7:37-39 … Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. —Juan 7:37 En los últimos años, me deshidraté un par de veces, y créeme, no quiero que se repita. Una vez, fue después de un desgarro muscular en el muslo mientras esquiaba en la nieve a campo traviesa, y la otra, en un desierto de Israel con unos 46 ºC de temperatura. En ambas ocasiones, tuve mareos, me desorienté, se me nubló la visión, y varios síntomas más. A la fuerza, aprendí que el agua es vital para mi bienestar. Mi experiencia con la deshidratación me permite apreciar mejor la invitación de Jesús: «… Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (Juan 7:37). Su declaración fue dramática; en particular, con respecto al momento. Juan señala que era «el último y gran día de la fiesta», la conmemoración anual de la peregrinación de Israel en el desierto, que concluía con una ceremonia en la que se derramaba agua por los escalones del templo para recordar la provisión divina a los peregrinos sedientos. En ese instante, Jesús se puso en pie y proclamó que Él es el agua que todos necesitamos desesperadamente. Para nuestro bienestar espiritual, es vital que vivamos con una verdadera necesidad de Cristo, hablando con Él y dependiendo de su sabiduría. Por lo tanto, mantente conectado con Jesucristo: ¡solo Él puede satisfacer la sed de tu alma! Acude a Jesús para recibir el poder renovador de su agua viva.

domingo, 23 de febrero de 2014

¡TODOS BIENVENIDOS!

Isaías 55:1-9 … el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. —1 Samuel 16:7 Un proyecto ornamental en la calle principal de la ciudad donde vivo exigió que se demoliera una iglesia construida en la década de 1930. Aunque habían quitado las ventanas del edificio vacío, las puertas permanecieron en su lugar varios días. En cada una, había un mensaje escrito con letras gigantes en color anaranjado fluorescente: ¡No Entrar! Lamentablemente, algunas iglesias cuyas puertas están abiertas transmiten el mismo mensaje a los visitantes que llegan con un aspecto que no está a la altura de los estándares esperados. No hacen falta letras grandes ni fluorescentes. Con una simple mirada desaprobadora, algunos expresan: «¡No eres bienvenido aquí!». Sin duda, la apariencia de la gente no es un indicador de cómo está su corazón. Dios se concentra en la vida interior. Mira mucho más allá de lo superficial (1 Samuel 16:7), y desea que nosotros hagamos lo mismo. También conoce el corazón de aquellos que parecen ser «justos», pero que están interiormente «llenos de hipocresía» (Mateo 23:28). El mensaje de bienvenida de Dios, que nosotros debemos mostrar a los demás, es claro. Les dice a todos los que lo buscan: «A todos los sedientos: Venid a las aguas…» (Isaías 55:1). Nadie entenderá qué quieres decir cuando afirmas «Dios es amor», a menos que lo demuestres.

sábado, 22 de febrero de 2014

EL GOZO DE LA DECEPCIÓN

Proverbios 3:1-12 Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. —Proverbios 3:5 Mientras estudiaba en el instituto bíblico, me presenté para formar parte de los equipos de música itinerantes de la institución. Me entusiasmaba la idea de participar en ese ministerio, pero quedé frustrado cuando no me aceptaron. Ante mi decepción, solamente pude confiar en que los propósitos de Dios eran más grandes que los míos. Meses después, tuve la oportunidad de unirme a otro equipo de música, pero como profesor de Biblia. Los resultados fueron mejores de lo que podría haber imaginado. No solo mi esposa formaba parte de ese equipo, lo cual nos permitió servir juntos al Señor, sino que también me dio muchas oportunidades de predicar durante los tres años siguientes; una preparación invalorable para una vida dedicada a enseñar la Palabra. Muchas veces, cuesta entender que nuestro Padre sabe qué es lo mejor. Suponemos que nuestro camino es el correcto. Sin embargo, cuando descansamos en el Señor, sus propósitos siempre demuestran que son para nuestro beneficio y para alabanza de su nombre. No nos engañemos, es fácil ver eso cuando el resultado es mejor de lo que esperábamos, pero difícil cuando no podemos percibir el beneficio en este momento, o quizá no lo sepamos hasta que lleguemos al cielo. Como declaró el sabio rey Salomón: «Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas» (Proverbios 3:5-6). Los propósitos de Dios para las circunstancias de hoy tal vez no se vean hasta mañana.

viernes, 21 de febrero de 2014

MÚSICA ESPACIAL

Job 38:1-7 ¿O quién puso [la] piedra angular [de la Tierra], cuando alababan todas las estrellas del alba…? —Job 38:6-7 Uno de los observatorios de la NASA descubrió un agujero negro gigante que emite un zumbido. Ubicado en el cúmulo de galaxias de Perseo, a unos 250 millones de años luz de la Tierra, este agujero vibra en la frecuencia de un si bemol; pero el tono es tan grave que el oído humano no puede captarlo. El instrumental científico ha colocado la nota 57 octavas por debajo del do medio en un piano. La idea de la música y los cuerpos celestes no es nueva. Es más, cuando Dios se le reveló a Job, preguntó: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¿[…] cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?» (Job 38:4, 7). Se nos relata que, durante la creación de nuestro maravilloso universo, cánticos de alabanza y exclamaciones de gozo resonaban para glorificar a Dios. Un precioso himno de San Francisco de Asís capta el asombro y la adoración que sentimos al ver el sol radiante durante el día y el cielo salpicado de estrellas en la noche. Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en hermoso sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Alabado seas, mi Señor, por la luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas. «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1). ¡Alabemos a Aquel que creó semejante belleza para que la disfrutemos! La belleza de la creación nos da razones para alabar a Dios.

jueves, 20 de febrero de 2014

CAMINO SINUOSO

Salmo 121 No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. —Salmo 121:3 En su libro A Sweet and Bitter Providence [Una dulce y amarga providencia], John Piper ofrece estos pensamientos sobre la providencia y la guía de Dios: «La vida no es una línea recta que nos guía de una bendición a otra y que, finalmente, nos lleva al cielo. La vida es un camino sinuoso y complicado […]. Dios no solo aparece después de los problemas para limpiar todo. Él está trazando el curso y encargándose de los problemas con propósitos a largo plazo, para nuestro beneficio y para la gloria de Jesucristo». Los judíos que viajaban a Jerusalén para las fiestas anuales (Deuteronomio 16:16) sabían con seguridad que el Señor estaba trazando su curso y encargándose de los caminos sinuosos y complicados. Expresaban esta certeza en el Salmo 121, la canción del peregrino. La pregunta «¿de dónde vendrá mi socorro?» no manifestaba dudas, sino confianza en el Señor que gobierna con soberanía (vv. 1-2). A diferencia de un guardia que a veces dormita o del dios Baal que necesitaba que lo despertaran (1 Reyes 18:27), el Señor está siempre alerta, y cuidó providencialmente a su pueblo durante el viaje (vv. 3-4). El mismo Señor que había rescatado a Israel seguiría ayudando y preservando a los suyos, y andando con ellos. La vida es un camino sinuoso con peligros y problemas desconocidos, pero podemos estar seguros de la providencia, la seguridad y el cuidado de Dios. Los problemas son imponderables; la providencia de Dios está garantizada.

miércoles, 19 de febrero de 2014

SEÑAL DE ADVERTENCIA

Hebreos 3:1-13 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. —Hebreos 3:12 En una playa de Uruguay, parte de unos dedos gigantes de cemento aparecen en la arena señalando en dirección al firmamento. Se los denomina «Monumento al ahogado». La gente del lugar lo llama simplemente La Mano. Lo creó el artista chileno Mario Irarrázabal, para advertir a los nadadores sobre el peligro de ahogarse. Este monumento se ha convertido en una atracción turística, pero su verdadero propósito es recordar sobre los peligros del mar. La Palabra de Dios contiene sus propias señales de advertencia. Hebreos, en especial, advierte sobre los peligros para el alma: «Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (Hebreos 3:12-13). El contexto habla de la incredulidad y la rebelión de Israel en el desierto. Aunque eso sucedió varios siglos antes de que se escribiera Hebreos, el principio espiritual sigue vigente: debemos exhortar a los demás a resistir el endurecimiento del corazón por el pecado. Las señales de advertencia son para protegernos. Alabado sea Dios que nos dejó señales en su Palabra porque nos ama profundamente. Dios nos hace amorosas advertencias en su Palabra para protegernos y preservarnos.

martes, 18 de febrero de 2014

TEMAS DE CONVERSACIÓN

Salmo 19 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor… —Salmo 19:14 Quizá conozcas el dicho: «Las grandes mentes hablan de ideas; las mentes promedio hablan de acontecimientos; las mentes pequeñas hablan de la gente». Sin duda, hay maneras de hablar de la gente que pueden honrarlas, pero este dicho enfatiza nuestro lado más oscuro. En un mundo de comunicaciones constantes, tanto social como profesionalmente, se nos confronta permanentemente con la vida de personas en un nivel de intimidad que puede ser inapropiado. Peor aun, esta oleada de información personal sobre los demás podría convertirse en materia prima para nuestras conversaciones, al punto de que el chisme se convierte en la norma… y no solo sobre los ricos y famosos. Personas de nuestro entorno de trabajo, iglesia, vecindario y familia pueden ser también el blanco de lenguas afiladas, y sentir la angustia causada por conversaciones que nunca deberían haber ocurrido. ¿Cómo podemos evitar nuestra tendencia a dañar a los demás con nuestras palabras? Al reconocer que el Oyente supremo de lo que decimos es Dios, quien anhela que no seamos así. Con el salmista, podemos orar: «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor…» (Salmo 19:14). Cuando buscamos agradar a Dios con nuestras conversaciones sobre los demás, lo honramos. Con su ayuda, podemos glorificarlo con lo que decimos. Es mejor que te muerdas la lengua en lugar de hacer un comentario mordaz.

lunes, 17 de febrero de 2014

SOBRE ESCUCHAR

Éxodo 16:1-8 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios… —Eclesiastés 5:2 «Dios te dio dos oídos y una boca por una razón», expresa el dicho. Escuchar es una capacidad esencial en la vida. Los consejeros nos alientan a escucharnos unos a otros, y los líderes espirituales nos enseñan a tener un oído atento a Dios. Pero casi nadie dice: «Escúchate a ti mismo». No estoy sugiriendo que tenemos una voz interior que siempre nos dice lo correcto ni que debemos escucharnos a nosotros mismos en vez de a Dios y a los demás, sino que debemos oírnos para averiguar cómo podrían estar recibiendo los demás nuestras palabras. Los israelitas podrían haber aplicado este consejo cuando Moisés los sacó de Egipto. A los pocos días de su liberación milagrosa, estaban quejándose (Éxodo 16:2). Aunque su necesidad de alimentos era legítima, no así su manera de expresarla (v. 3). Siempre que hablamos motivados por miedo, enojo, ignorancia u orgullo, aunque estemos diciendo la verdad, los que escuchan oyen algo más que nuestras palabras. Perciben emociones, pero no saben si estas nacen del amor y el interés o del desprecio y la falta de respeto. Entonces, corremos el riesgo de ser malinterpretados. Si nos escuchamos antes de hablar en voz alta, podemos juzgar nuestro corazón antes de que nuestras palabras descuidadas dañen a los demás o entristezcan a Dios. —Señor, ayúdame a pensar antes de hablar, a examinarme y controlar mi lengua para expresarme con claridad y no provocar discordia. Las palabras dichas precipitadamente hacen más daño que bien.

sábado, 15 de febrero de 2014

CAMINO EN CONSTRUCCIÓN

Jeremías 31:31-34 Pero ahora estamos libres de la ley, […] de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu… —Romanos 7:6 En Michigan, donde vivo, bromeamos diciendo que tenemos dos temporadas: el invierno y la construcción de caminos. Los duros inviernos dañan las carreteras, así que los equipos de reparación empiezan a trabajar en cuanto el hielo se derrite y el terreno se descongela. Aunque lo llamamos «construcción», gran parte de lo que hacen parece una «destrucción». En algunos casos, solo tapar agujeros no basta; hay que reemplazar el camino viejo por otro nuevo. Cuando el Señor obra en nuestra vida, puede experimentarse algo similar. En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a su pueblo que esperara renovaciones importantes en el camino entre ambos (Isaías 62:10-11; Jeremías 31:31). Cuando envió a su Hijo, los judíos pensaron que se destruía el camino hacia Él. Sin embargo, Jesucristo no estaba destruyendo nada, sino completándolo (Mateo 5:17). El camino antiguo asfaltado de leyes se convirtió en uno nuevo pavimentado con el amor sacrificial de Cristo. Dios sigue en la obra de reemplazar los antiguos caminos del pecado y el legalismo con el sendero de amor que Jesús completó. Cuando Él quita nuestras antiguas formas de pensar y comportarnos, tal vez parezca que está destruyendo todo lo conocido, pero no es así, sino que está construyendo un camino mejor. Y podemos confiar en que el resultado final será relaciones interpersonales más armoniosas con los demás y una comunión más íntima con Él. Un trastorno suele preceder al progreso espiritual.

viernes, 14 de febrero de 2014

TRANSMÍTALO

2 Corintios 1:3-7 … sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación. —2 Corintios 1:7 Con los años, he visto que aquellos que sufren están prontos para consolar a otros en la misma condición. Cuando una pareja joven pierde un hijo, otra que ha experimentado lo mismo pregunta si puede ayudar. Si pierde su principal fuente de ingresos, casi de inmediato otra pareja se ofrece para auxiliarlos, ya que recuerdan lo que atravesaron años antes. Una y otra vez, vemos que los miembros del cuerpo de Cristo se sostienen y animan mutuamente. Estos creyentes han aprendido que pueden utilizar sus propias pruebas para alcanzar a otros que atraviesan dificultades similares. ¿Has estado enfermo? ¿Perdiste a un ser amado? ¿Estuviste preso? ¿Te trataron mal? En todas nuestras pruebas e incluso de los momentos más oscuros, Dios promete sacar algo bueno (Santiago 1:2-4). Esto ocurre especialmente cuando compartimos con aquellos que ahora atraviesan pruebas el consuelo que Él nos brindó. Como señala Pablo en 2 Corintios 1:3-7, somos consolados por un Salvador que conoce nuestras angustias y a quien honramos cuando transmitimos su consuelo para tranquilizar a otros. Nunca dejemos que otra persona sufra sola. Si conocemos el sendero que otro está atravesando, Dios nos ayudará a guiarlo a su presencia: el consuelo más seguro de todos. Dios nos consuela para que podamos consolar a otros.

jueves, 13 de febrero de 2014

¿CARÁCTER O REPUTACIÓN?

Apocalipsis 3:1-6 … tienes nombre de que vives, y estás muerto. —Apocalipsis 3:1 El legendario entrenador de baloncesto John Wooden (1910-2010) estaba convencido de que el carácter es mucho más importante que la reputación. «Tu reputación es lo que otros perciben que eres —solía decirles a sus jugadores—, pero tu carácter es lo que eres en realidad. Tú eres el único que conoce tu carácter. Puedes engañar a otros, pero no a ti mismo». En el libro de Apocalipsis, encontramos las palabras del Cristo resucitado a las siete iglesias de Asia. A la iglesia de Sardis, le señaló: «Yo conozco tus obras, que tienes nombre [reputación] de que vives, y estás muerto» (Apocalipsis 3:1). El Señor sabía la verdad sobre ellos, y sin duda, en lo profundo de su ser, ellos también. Jesús les dijo que se despertaran y que fortalecieran su vida espiritual, que estaba a punto de morir (v. 2). Los instó a recordar la verdad que habían recibido y obedecido, y de la cual se habían alejado (v. 3). Cuando el Señor nos muestra qué está mal en nuestra vida, siempre provee un remedio para que cambiemos. Si nos alejamos de nuestros pecados, Él nos perdona y nos fortalece para que empecemos de nuevo. ¡Cuán liberador es cambiar una falsa reputación espiritual por el carácter auténtico y vivificador que procede de conocer a Cristo nuestro Señor! La verdadera prueba de nuestro carácter es lo que hacemos cuando nadie nos ve.

martes, 11 de febrero de 2014

EL PODER DE LA MUSICA

Salmo 59:6-16 Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia. —Salmo 59:16 En Gales, la música de grupos corales masculinos está profundamente arraigada en la cultura. Antes de la Segunda Guerra Mundial, había un coro galés que tenía una rivalidad amistosa, pero competitiva, con un coro alemán, pero ese vínculo fue sustituido por rencor durante y después de la guerra. No obstante, la tensión fue superada gradualmente por el mensaje grabado en el trofeo que compartían ambos grupos: «Habla conmigo y eres mi amigo. Canta conmigo y eres mi hermano». El poder de la música para sanar y ayudar es un don de Dios que consuela a muchos. Quizá por esta razón, los Salmos nos hablan de una manera tan íntima. Allí encontramos versos que se conectan con nuestro corazón y permiten que le hablemos al Señor desde la profundidad de nuestra alma: «Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia» (Salmo 59:16). ¡Es asombroso que David haya escrito esta canción mientras lo perseguían hombres que querían matarlo! A pesar de sus circunstancias, el salmista recordó el poder y la misericordia de Dios, y cantar sobre estos atributos lo alentaba a seguir adelante. Que nuestro Dios nos dé hoy una canción que nos recuerde su bondad y grandeza, sin importar qué estemos enfrentando. … Cantaré salmos al Señor, el Dios de Israel. —Jueces 5:3

sábado, 8 de febrero de 2014

SIN INTENCIÓN

Levítico 4:1-3; Cuando alguna persona pecare por yerro […], ofrecerá al Señor […] un becerro sin defecto para expiación. —Levítico 4:2-3 Una vez, mientras llevaba de regreso con su familia a nuestro nieto Alex, que había venido a visitarnos, el tránsito parecía particularmente complicado. Automóviles que maniobraban rápidamente impidieron que me colocara en el carril correcto del peaje, y tuve que seguir por donde solo se permitía el paso a quienes tenían un pase prepago, lo cual yo no tenía. Alex me dijo que iban a fotografiar la matrícula de mi auto y que me enviarían una multa por correo. Me frustré porque tendría que pagar por una infracción que había cometido sin intención. En el caso de los judíos de la antigüedad, la violación de las leyes de Dios cometida incluso en ignorancia se tomaba muy en serio. El Antiguo Testamento reconocía esta posibilidad y ofrecía una solución de sacrificios especiales para los pecados cometidos sin intención: «Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos […], ofrecerá al Señor […] un becerro sin defecto para expiación» (Levítico 4:2-3). Estos sacrificios no eran solo un recordatorio de que los errores accidentales tienen consecuencias, sino que se establecieron para anticipar que Dios, por su gracia, proveería un medio de expiación incluso para los pecados que no nos damos cuenta que cometemos. Lo hizo a través de la muerte de Jesús en nuestro lugar. ¡La gracia de Dios es muchísimo más grandiosa de lo que podamos imaginar! GRACIA ES RECIBIR LO INMERECIDO. MISERICORDIA ES NO RECIBIR LO MERECIDO.

jueves, 6 de febrero de 2014

ES HORA DE CAMBIAR

Génesis 12:1-8 … y edificó allí altar al Señor, e invocó el nombre del Señor. —Génesis 12:8 Muchos creyentes anhelan pasar un tiempo diario con Dios, orando y leyendo su Palabra. Irónicamente, el exceso de actividad suele distraerlos, y la frustración aumenta a medida que las ocupaciones parecen llenar los horarios vacantes de sus agendas. Oswald Chambers comenta sabiamente sobre el poder transformador de pasar aunque sea cinco minutos en la presencia del Señor. Sin duda, aun un tiempo breve de intercesión y lectura de la Palabra es sumamente valioso: «Lo que nos moldea no es aquello a lo que le dedicamos más tiempo, sino lo que ejerce mayor poder. Cinco minutos con Dios y su Palabra valen más que todo el resto del día». Ahora bien, podría parecer que Chambers exagera; sin embargo, aun un breve tiempo de oración puede tener resultados extraordinarios, porque Dios es poderoso. A veces, nuestros días están repletos de obligaciones que no dejan tiempo para escuchar a Dios y responderle. Pero, independientemente de donde estemos, cualquier instante dedicado a construir nuestro «altar» espiritual al Señor, como hizo Abram (Génesis 12:8), da paso a su poder transformador. Si te resulta difícil establecer un tiempo para estar con Dios, puedes empezar con solo cinco minutos y ver qué sucede. El Señor anhela encontrarse con nosotros y mostrar su poder en nuestra vida. Habla con Dios. Él desea escuchar tu corazón.

martes, 4 de febrero de 2014

CORAZÓN QUE DELATA

1 Juan 3:16-24 Pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. —1 Juan 3:20 Hace poco, leí sobre un investigador privado de los Estados Unidos que golpeaba a una puerta, mostraba su identificación a quienquiera que la exigiera y decía: «Supongo que no tengo que decirle por qué estamos aquí». Muchas veces, la persona respondía asombrada: «¿Cómo lo supo?», y describía un delito que había cometido, pero que nadie había descubierto aún. En un artículo de la revista Smithsonian, Ron Rosenbaum describe dicha reacción como «una puerta de salida para la potencia fundamental de la conciencia, el monólogo interno del corazón que delata». Todos sabemos cosas personales que nadie más conoce: fracasos, errores, pecados. Aunque los hayamos confesado a Dios y Él nos haya perdonado, tal vez regresen para acusarnos una y otra vez. Juan, uno de los seguidores más cercanos de Jesús, escribió sobre el amor de Dios hacia nosotros y el llamado a obedecer sus mandamientos: «Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas» (1 Juan 3:19-20). Nuestra confianza en Dios surge de su amor y perdón manifestados en Cristo, no de nuestro desempeño en la vida. «… en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado» (v. 24). Dios, que sabe todo sobre nosotros, es mayor que nuestra autocondenación. Dios nunca condenará a la persona que recibe a Cristo.

domingo, 2 de febrero de 2014

LECCIONES DE PESCA

Hay una serie de momentos en tu vida cuando desesperadamente necesitas del toque fresco del Señor. Ésa es la situación en la que se encontraban los discípulos de Jesús (Juan 21). Pedro les dijo «Me voy a pescar.» Ellos le dijeron, «Nosotros también vamos contigo.» Y aquella noche no pescaron nada (v.3). Días antes, los discípulos habían visto morir a Jesús. Y aun cuando habían visto al Jesús resucitado, todavía estaban confundidos, inconscientes de su misión, y sintiéndose abandonados. Estaban sin el Salvador, quien lo había sido todo para ellos, y también sin el Espíritu Santo, quien, según se les había prometido, tomaría Su lugar. Se encontraban en el intermedio. Así que allí se encontraban, sentados preguntándose, «¿Y ahora qué vamos a hacer?» Juan 21:3 nos dice que Pedro decidió ir a pescar. Y así, regresaron al territorio que les era familiar y no atraparon nada ni aprendieron nada — hasta que Jesús los encontró en la orilla a la mañana siguiente. Demasiado a menudo, cuando nos sentimos desesperados lo primero que hacemos es buscar un arreglo rápido. Decimos, «No tengo que soportar esto. Renuncio a mi empleo.» «Si Dios no hace nada, yo mismo lo haré.» «Si Dios no sana esta relación, yo le pondré fin.» Y así, con nuestras propias fuerzas nos ponemos a solucionar el problema. Pero todo el esfuerzo que desplegamos para arreglar nuestra familia o resolver alguna crisis no rendirá mucho. El Señor quiere tanto oírnos decir, «Perdóname, Señor. Pensé que tenía razón, pero ahora veo que sólo estaba buscando una salida. No se trataba de Ti y de mí, Señor; tan sólo se trataba de mí.» Ya sea que lo sepamos o no, nos encontramos en una buena situación. Dios siempre está listo a revelarle a un corazón humilde lo inútil de esforzarse fuera de Él. Ese mismo Salvador que se paró a la orilla en Juan 21 te está preguntando, «¿Estás listo para darme esto que te atribula? ¿Podemos trabajar juntos en esto? Comencemos hoy.» —JM

sábado, 1 de febrero de 2014

LO BUENO Y LO MALO

1 Reyes 14:7-16 … David mi siervo […] anduvo en pos de mí con todo su corazón… —1 Reyes 14:8 Hace poco, empecé a estudiar los reyes del Antiguo Testamento con unos amigos. En el gráfico que estábamos usando, observé que a algunos de los líderes de los reinos de Israel y de Judá se los catalogaba de buenos, pero que la mayoría se describían como malos, muy malos, extremadamente malos y de lo peor. Al rey David se lo describe como un rey bueno que «anduvo en pos de [Dios] con todo su corazón» (1 Reyes 14:8), y un ejemplo a seguir (3:14; 11:38). Los reyes malos se destacan por haber rechazado intencionalmente a Dios y guiado a sus súbditos a la idolatría. El legado del rey Jeroboam, el primero que gobernó sobre Israel después de la división del reino, fue ser recordado como el peor de los monarcas: «el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel» (14:16). Debido a su mal ejemplo, muchos de los que gobernaron posteriormente son comparados con él y se los describe con sus mismas características de maldad (16:2, 19, 26, 31; 22:52). Cada uno de nosotros influye sobre su entorno de una manera particular, y dicha influencia puede ser utilizada para bien o para mal. La fidelidad a Dios sin restricciones es una luz que brillará intensamente y dejará un legado de bien. Tenemos el privilegio de hacer que el Señor sea glorificado. Quiera Dios que otros vean su luz brillando a través de nosotros y que sean llevados a disfrutar de su bondad. Aun la luz más pequeña brilla en la noche más oscura.