miércoles, 31 de agosto de 2016

NUNCA OS CONOCÍ

Mateo 7:21-23 (Lc. 13.25-27) 21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Tenemos que escuchar atentamente lo que dice Jesús. Tengamos en cuenta que Jesús se dirige al pueblo judío. Algunos ya estaban llamándole Señor, sin embargo más tarde se niegan a aceptar la obra de la cruz. Sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre. Jesús no está hablando de las obras. Él está hablando de “voluntad”. En otro lugar, Jesús dijo: “Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. “ – Juan 6:40 Si conectamos estos dos versos vemos que es posible hablar de Jesús como Señor, pero nunca realmente recibirlo como nuestro Salvador. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” – Efesios 2:8-9. La Escritura no nos dice que somos salvos por las obras. Las obras que se nos da para hacer después de ser salvos, son las obras asignadas a nosotros por el Espíritu Santo, y estas no son obras para la salvación, son obras que glorifican a nuestro Padre. Tenemos que tener en cuenta la diferencia entre la ‘voluntad’ y ‘obras’. En Mateo 7:22-23, Jesús dijo: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? “Y entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad”. ¿Quiénes son estas personas que se dedicaron a ‘profetizar’, ‘echar fuera demonios’, y hacer ‘milagros’ que se hicieron supuestamente en nombre del Señor? Estos son los falsos profetas y maestros. Note lo que Jesús dijo: “Nunca os conocí.” Esto sólo puede significar que estas personas no habían nacido del Espíritu de Dios. Si Él “nunca” supo de estas personas, entonces no le pertenecían. En el Antiguo Testamento leemos las palabras que se dieron a conocer a Jeremías acerca de los falsos profetas de los últimos días. “Al final de los tiempos lo comprenderán con claridad. Yo no envié a esos profetas, pero ellos corrieron; ni siquiera les hablé, pero ellos profetizaron.” – Jeremías 23:20-21. El mundo está lleno de falsos profetas que hoy en día hablan por medio de espíritus mentirosos. Estos falsos profetas dicen hablar en nombre del Señor. Pero su mensaje no es un mensaje de arrepentimiento y aceptación. Es un mensaje de prosperidad y bendiciones.“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, amadores del dinero, jactanciosos, soberbios, blasfemos. . .” – 2 Timoteo 3:2. Y Jesús nos dice en Mateo 6:24 que: “Nadie puede servir a dos señores. Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios ya las riquezas”. Jesús describe a aquellos que serán capaces de invocar su nombre en el Día del Juicio. Serán aquellos que escuchan sus palabras y las ponen en práctica, las mismas que se refiere el versículo 21 como aquellos que obedientemente hacen la voluntad del Padre en el cielo. Los verdaderos creyentes son los buenos árboles que producen frutos buenos (Gálatas 5:22-23), las verdaderas ovejas que miran a Cristo, dependen de Él, se comprometen a Él, confían en Él, y creen en Él para la justicia, la salvación, y la vida eterna. Estos son los que entrarán en el reino de los cielos.

viernes, 26 de agosto de 2016

¡ISAÍAS! ¿A QUIEN ENVIARÉ?

Isaías 6:1-8 Dios Habla Hoy 6 El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono muy alto; el borde de su manto llenaba el templo. 2 Unos seres como de fuego estaban por encima de él. Cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían la cara, con otras dos se cubrían la parte inferior del cuerpo y con las otras dos volaban. 3 Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.» 4 Al resonar esta voz, las puertas del templo temblaron, y el templo mismo se llenó de humo. 5 Y pensé: «¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros.» 6 En ese momento uno de aquellos seres como de fuego voló hacia mí. Con unas tenazas sostenía una brasa que había tomado de encima del altar, 7 y tocándome con ella la boca, me dijo: «Mira, esta brasa ha tocado tus labios. Tu maldad te ha sido quitada, tus culpas te han sido perdonadas.» 8 Entonces oí la voz del Señor, que decía: « ¿A quién voy a enviar? ¿Quién será nuestro mensajero?» Yo respondí: «Aquí estoy yo, envíame a mí.» Isaías, como una de las tantas veces que se presenta ante El Señor, es como siempre sorprendido no solamente por ver a Dios sino por la reacción que provoca en EL al limpiarle su área sucia. Pero ¿para que hace esto El Señor? El Señor a continuación dice: Necesito un mensajero… ¿a quien voy a enviar? tranquilamente Dios le podría haber dicho…, bueno Isaías tengo que mandar a alguien y solamente estas vos y en condiciones… sin embargo la caballerosidad del Señor es tan impecable que pregunta ¿a quien enviaré? Y el mismo Espíritu que impulso a David para enfrentar al gigante en muy enorme inferioridad de condiciones aparentes, el que hubo en Sansón al enfrentar a un ejercito con la mandíbula de un burro y a tantos otros, también actuó en Isaías para decir: Aquí estoy yo, envíame a mi. Esta escena se habrá repetido tantas veces y de manera diferente como lo haya dispuesto el Señor con tantos siervos y siervas que ha enviado a sus mies que hoy también lo está haciendo con nosotros…y ¿que le respondemos? Esto me hace recordar que una vez Dios tenía que enviar un mensajero al mundo y preguntó en el Cielo ¿a quien voy a mandar a una misión muy especial…? Y había uno solo para enviar ¡Gloria a Dios y al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Tenía que ser así para que se hiciera con toda justicia…, el único, su hijo amado, el admirable, consejero, Príncipe de Paz, Padre eterno y Dios nuestro, Jesucristo El Señor y Salvador del mundo. Y ahora disponemos de una sangre preciosa que nos limpia de todo pecado poniéndonos en la debida relación con nuestro Padre Celestial y perfectamente aptos para cumplir la misión que el nos encomiende… y somos tú y yo quienes estamos solos en su presencia, que podamos decirle aquí estoy Señor envíame a mi.

domingo, 21 de agosto de 2016

EL SEMBRADOR SALE A SEMBRAR PERO… ¿PARA DONDE SIEMBRA? PARA LA CARNE O PARA EL ESPÍRITU

Gálatas 6:7-9 Primeramente debo compartir lo que Dios me ha estado enseñando en estas últimas semanas a través de su palabra. Una de las cosas que más me interesa en esta vida, es poder agradarle a Dios, sé que así como yo, piensan ustedes, que joven o grande no quisiera agradar a Dios. En pocas palabras, mi anhelo es ver sonreír a Dios, ver que él se agrade de mi vida y no solamente que él se agrade, sino que yo también pueda vivir esta vida sin ningún peso de conciencia, es decir no quisiera acercarme a Dios siempre para pedirle perdón, sino más bien para conversar tranquilamente. (aunque siempre vamos a estar en inferioridad de condiciones…) La única manera que esto pase, es viviendo en santidad, y ¿qué es lo que no nos deja vivir en santidad? La respuesta es el pecado. Desarrollo. I. La Semilla del Pecado Dios en Su palabra, habla de diferentes tipos de semillas, que para que den fruto, necesitan obligatoriamente un terreno, para el crecimiento de las mismas. La Biblia habla de: • La semilla de la Palabra de Dios. • La semilla de la fe. • La semilla de nuestro dinero, entre otras. Debemos entender que todas estas semillas, obran de acuerdo a la ley de “La Siembra y la Cosecha”. Veamos dos cosas que nos enseña la ley de la siembra y la cosecha. • Lo que se siembra, eso es lo que se cosecha. (Por ejemplo, si siembras una semilla de mango, obligatoriamente cosecharas mango. Nunca, mientras siembres mango , cosecharas patilla, es imposible) • Toda siembra tiene que tener un tiempo para la cosecha. El pecado como semilla. ¿Es el pecado una semilla? Claro que si, según Gálatas 6:7-8, entonces la semilla del pecado debe obligatoriamente obrar de acuerdo a la ley divina de la siembra y la cosecha. Es decir, siembras pecado y cosecharás hábitos, costumbres y prácticas pecaminosas, todo a su debido tiempo. II. ¿Cómo es que esto ocurre? Claramente el Apóstol Pablo, nos enseña que el pecado es una semilla que es sembrada en nuestra carne con el fin de dar un fruto pecaminoso. Veamos el siguiente ejemplo de cómo se puede cosechar un fruto pecaminoso: Resulta que un día Mario decide en su corazón irrespetar a su novia Sheila, en el mismo instante que él propuso su corazón a hacer tal pecado, la semilla pecaminosa fue sembrada en su carne. Resulta que Mario impulsado por la semilla pecaminosa que ha sido sembrada en su carne, trata de irrespetar a su novia pero rápidamente siente un remordimiento de conciencia de parte del Espíritu Santo y dicho remordimiento lo lleva a pedir perdón por ese pecado. Pero días más tarde vuelve a venir el mismo impulso de pecado y una vez más cae en lo mismo pero con un poco mas de intensidad, casi al borde de caer, el Espíritu Santo actúa y libra a Mario y a Sheila de tal error, vuelve a pedir perdón por el mismo pecado y comienza de nuevo. Una semana más tarde, Mario y Sheila, se encontraban solos en su casa, y de inmediato el mismo impulso pecaminoso regreso al corazón de Mario y de Sheila, esta vez el ambiente se puso más difícil, aquel impulso sexual que semanas antes había sido sembrado en el corazón de ellos, llegaría a su clímax más intenso, el Espíritu Santo, trato de actuar, como las otras veces, pero era demasiado tarde, ya la semilla que fue un día sembrada, produciría el fruto. Analicemos este caso: • Primero, todo comenzó con un pensamiento. • Luego, dicho pensamiento fue sembrado en el corazón carnal • Se pide perdón, pero no decide arrancar de su vida el pecado. Tenemos que entender, que el pedir perdón es importante, pero la pregunta es ¿Por qué siempre pedimos perdón por el mismo pecado? La respuesta es, que dicho pecado esta sedimentado en la carne, y hasta que no lo arranquemos de raíz y empecemos a trabajar para que nunca se repita, no alcanzaremos la victoria y la libertad que tanto deseamos. III. ¿Qué tenemos que hacer? La Carta a los Hebreos 12:1, dice: “Despojémonos del peso y del PECADO que nos ASEDIA (acorrala, encierra, bloquea, cierra) y corramos la carrera que tenemos por delante” Es importante saber el significado literal de la palabra Asedia en Hebreos 12:1 Asedia: acorralar, encerrar, bloquear ¿Qué nos quiere decir esto? • Todos tenemos un pecado que no nos deja correr con libertad hacia la santidad • Ese pecado que nos asedia, yo lo llamo: “EL PECADO FRECUENTE” Todos cometemos errores y fallamos, pero siempre va haber un pecado que se repite una y otra vez, ese pecado que siempre le lo llevamos al señor todos los días, y le prometemos incluso a Dios que lo vamos a dejar, pero al final, volvemos a caer en lo mismo. • Ese pecado frecuente, la Biblia lo llama: “ATADURA” La atadura es algo que nos mantiene atados a siempre cometer el mismo error, ese pecado frecuente o atadura que lógicamente son actitudes sin fe y por dejar de hacer todo lo bueno que debemos hacer como naturaleza del vivir cristiano y por no andar como anduvo Jesús… IV. Santidad vs. Pecado. Debemos vivir hoy más que nunca en una santidad extrema, no “SANTURRONERÍA”, sino santidad genuina. Vivir en santidad no es dejar de hacer cosas prohibidas, vivir en santidad es el resultado de estar cerca del señor, al estar cerca del Señor, todas las cosas del mundo son una porquería, no hay nada mejor que vivir en santidad. El Apóstol Pablo sabía lo que era vivir en cuerpo de muerte o sea programado para el pecado y lo débil que somos ante esa lucha para lo cual ante su ruego por tres veces de ser protegido le dijeron que le bastara La Gracia del Señor porque ahí se fortalecería en El, nunca iba a ser fuerte por sus propios medios o fuerza de voluntad sino andando con Cristo en todo momento y sirviéndole. En vez de sembrar semilla de pecado en nuestra vida, sembremos semilla de vida, como la oración, la comunión, la palabra, la alabanza, la adoración y veremos que cosecharemos frutos de bendición, pidiendo oportunidades para presentar el mensaje del Reino de los Cielos junto a la realización de obras vivas en las que Dios sea glorificado, ya no nos acercaremos a Dios, cabizbajos y apenados por el pecado, sino que nos acercáremos para verdaderamente conversar con él, sé que siempre vamos a fallar, pero no por el mismo pecado, si somos libres, actuemos como libres, y que el pecado no nos mantenga esclavizados. El Apóstol dijo: no digo que sea perfecto pero una cosa hago…, prosigo al blanco… y lo que ando lo ando en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo.

martes, 16 de agosto de 2016

¡¡¡TIMOTEO,CUÍDATE DE TI MISMO Y DE LA DOCTRINA…!!!

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1. ª Timoteo 4:16). Las palabras del texto citado son muy solemnes y deben ser tomadas en cuenta por todos aquellos que tenemos que presentar a las almas la Palabra de Dios y la doctrina. El inspirado apóstol dirige estas palabras a su amado hijo Timoteo, las cuales contienen la más preciosa instrucción para cada uno de los que son llamados por Dios para ministrar en la asamblea o para predicar el Evangelio. Con toda seguridad, tomar parte en tal ministerio es un santo y elevado privilegio; pero, al mismo tiempo, el que lo ejerce tiene una enorme responsabilidad. El pasaje citado en el epígrafe expone ante el obrero del Señor dos deberes sumamente importantes; deberes absolutamente esenciales a los cuales debe prestar atención con diligente oración y vigilancia, si quiere ser un obrero útil en la Iglesia de Dios, un “buen ministro de Jesucristo” (1. ª Timoteo 4:6). Primeramente, debe cuidar de sí mismo, y luego cuidar de la enseñanza o doctrina. 1. “Ten cuidado de ti mismo” Consideremos en primer lugar este solemne mandato: “Ten cuidado de ti mismo.” Sería difícil expresar todo el alcance moral de estas palabras. Es importante que todo creyente las observe, pero principalmente un obrero del Señor, pues a éste se dirigen en particular. Él, más que nadie, necesita cuidarse a sí mismo. Debe cuidar el estado de su corazón, de su conciencia, de su hombre interior todo. Tiene que conservarse “puro” (1. ª Timoteo 5:22). Sus pensamientos, sus afectos, su espíritu, su carácter, su lenguaje, todo debe mantenerse bajo el santo control del Espíritu y de la Palabra de Dios. Es necesario que esté ceñido con la verdad y vestido con la coraza de justicia. Su condición moral y su marcha práctica deben concordar con la verdad que ministra; de lo contrario, el enemigo, con seguridad, ganará ventaja sobre él. El maestro debería ser la expresión viviente de lo que enseña; al menos, tal debería ser el objeto perseguido por él con sinceridad, con vehemencia y con perseverancia. Es de desear que esta santa medida esté constantemente ante “los ojos de su entendimiento” (Efesios 1:18). Desgraciadamente, el mejor comete faltas y permanece siempre por debajo de esa medida; pero si su corazón es sincero, si su conciencia es delicada, si el temor de Dios y el amor de Cristo ocupan en él su debido lugar, el obrero del Señor no se sentirá satisfecho con nada que esté por debajo de la medida divina, ya sea en su estado interior o en su andar exterior. En todo tiempo y en todo lugar, su ardiente deseo será manifestar en su conducta el efecto práctico de su enseñanza, y ser “ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1. ª Timoteo 4:12). Y en cuanto a su ministerio, todo obrero del Señor debería poder decir: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos por amor de Jesús” (2. ª Corintios 4:5). Sin embargo, jamás debemos perder de vista el tan importante hecho moral de que el maestro debe vivir la verdad que enseña. Moralmente, es en extremo peligroso que un hombre enseñe en público lo que su vida privada desmiente —peligroso para sí mismo, deshonroso para el testimonio y perjudicial para aquellos a quienes enseña—. ¡Qué deplorable y humillante es para un hombre, cuando contradice con su conducta personal y su vida doméstica la verdad que presenta públicamente en la asamblea! Esto es algo que ha de temerse sobremanera y que terminará indefectiblemente en los más funestos resultados. (Los hijos miran y aprende lo que ven y no lo que le dicen sus padres) Y El Señor les dijo a los religiosos de su época Mateo 23:23 23 !Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. Que el firme propósito y el vigoroso anhelo de todos los que ministran la Palabra y presentan la doctrina sea pues el de alimentarse con la preciosa verdad de Dios, el de apropiarse de ella, el de vivir y moverse en su atmósfera, de modo que su hombre interior sea fortalecido y formado por ella; que ella habite ricamente en ellos, y que de ese modo pueda correr hacia los demás con su vivo poder, sabor, unción y plenitud. Es algo muy pobre, e incluso muy peligroso, sentarse ante la Palabra de Dios como un mero estudiante, con el objeto de preparar conferencias o sermones para predicar a los demás. Nada podría ser más fatigoso o desecante para el alma. El uso meramente intelectual de la verdad de Dios, acumular en la memoria ciertas doctrinas, puntos de vista y principios, y luego exponerlos con alguna facilidad de palabras, es a la vez desmoralizador y engañoso. Podríamos estar extrayendo agua para los demás y al mismo tiempo ser, nosotros mismos, como cañerías oxidadas. No hay nada más triste que esto. El Señor dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. No dice extraiga. La verdadera fuente y el poder de todo ministerio en la Iglesia, se hallará siempre al beber nosotros mismos del agua vivificante y no al extraerla para los demás. El Señor sigue diciendo: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38). Es necesario que permanezcamos muy cerca de la fuente eterna, el corazón de Cristo, y beber de ella largos sorbos y continuamente. De ese modo nuestras propias almas se refrescarán y serán enriquecidas; ríos de bendición correrán de ellas para refrigerio de los demás, y raudales de alabanzas subirán al trono y al corazón de Dios por Jesucristo. Éste es el ministerio cristiano; el cristianismo mismo; y toda otra cosa carece absolutamente de valor. 2. “Ten cuidado de la doctrina” Detengámonos ahora un momento en el segundo punto de nuestro tema; me refiero a la doctrina o la enseñanza; esta última palabra expresa el verdadero sentido del original. ¡Cuántas cosas se encuentran encerradas allí! “Ten cuidado de la enseñanza.” ¡Qué solemne advertencia! ¡Cuánto cuidado y qué santa vigilancia se requieren! ¡Cuánto se necesita esperar en Dios con oración y con perseverancia, para saber lo que hay que decir y la manera de decirlo! Sólo Dios conoce el estado y la necesidad de las almas. Nosotros no sabemos lo que necesitan. Podríamos ofrecer “alimento sólido” a los que sólo son capaces de “beber leche”, y ocasionarles así un positivo perjuicio. El apóstol dice: “Si alguno habla, sea conforme a la Palabra de Dios” (1. ª Pedro 4:11;). No dice: «Hable conforme a palabra de hombre o a las palabras de Dios». Un hombre puede levantarse en la asamblea y hablar durante una hora, estando cada una de sus palabras en estricto acuerdo con la letra de las Escrituras, y, sin embargo, no haber hablado de ningún modo la voz de Dios —como vocero o portavoz de Dios—. Puede haber presentado la verdad, pero no la verdad que se necesitaba en ese momento. Todo esto es muy solemne y nos hace sentir la seriedad de la advertencia del apóstol: ¡“Ten cuidado de la enseñanza”! ¡Qué urgente necesidad tenemos de ser despojados de nosotros mismos, para depender por completo del poder y la dirección del Espíritu Santo! En esto estriba el precioso secreto de todo ministerio eficaz, sea oral o escrito. Alguien podría hablar durante horas y escribir muchos volúmenes sin decir o escribir nada que sea anti escriturario, pero si no lo hace en el poder del Espíritu, sus palabras sólo serán metal que resuena o címbalo que retiñe, y sus volúmenes un montón de papel de desecho. Necesitamos permanecer más a los pies del Maestro y abrevarnos más de su Espíritu; es necesario estar en comunión con su corazón lleno de ese amor que tiene por los preciosos corderos y ovejas de su rebaño. Entonces nuestras almas estarán en condiciones de dar el alimento en el tiempo conveniente. (El Señor se maravillaba de que los religiosos de aquella época hablaran tan bien siendo tan malos como EL sabía y ahora pasa lo mismo) Sólo el Señor sabe exactamente lo que sus amados necesitan a cada instante. Nosotros quizá podríamos sentirnos profundamente interesados en un orden especial de verdades y juzgar que eso es lo que le conviene a la asamblea, pero podemos equivocarnos por completo. No es la verdad lo que nos interesa, sino que lo que tenemos que presentar es la verdad que responde a las necesidades de la asamblea, y para hacerlo es necesario esperar constantemente en el Señor de toda gracia. Deberíamos fijar nuestros ojos en Él, con tesón y con simplicidad, y decirle: «Señor, ¿qué quieres que les diga a tus santos amados? Dame el mensaje que les conviene.» Entonces el Señor se serviría de nosotros como canales suyos; la verdad fluiría de su amante corazón a los nuestros, y de allí se derramaría en los corazones de los suyos, según el poder de su Espíritu. ¡Ojalá que esto fuese así para todos los que hablan y escriben para la Iglesia de Dios! ¡Qué resultados podríamos esperar! ¡Qué poder, crecimiento y manifiesto progreso en la vida divina se vería! Los verdaderos intereses del rebaño de Cristo serían el objeto de todo lo que se dice o se escribe. No habría nada equivocado; no se presentaría nada extraño ni nada que cause sobresalto o asombro. De los labios o de las plumas sólo brotaría lo que es sano, sobrio y oportuno. Sólo se oirían “sanas palabras” (1. ª Timoteo 6:3; 2. ª Timoteo 1:13), que no pueden ser condenadas; y se presentaría únicamente lo que es bueno para la edificación. Que en toda la Iglesia de Dios cada obrero se aplique a sí mismo la advertencia del apóstol: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina (enseñanza)... pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2. ª Timoteo 2:14-15)

jueves, 11 de agosto de 2016

ENCOMIENDA TU CAMINO EN DIOS CONFÍA EN EL Y EL HARÁ.

EN QUIÉN ENCOMIENDAS TU CAMINO… ¿EN VOS MISMO, O EN EL MUNDO, O EN TU CAPACIDAD, O EN TU TRABAJO O PROFESIÓN, EN TUS FAMILIARES, O EN AMIGOS, O EN ABOGADOS O JUECES, O EN MÉDICOS, O EN UN DEPORTE, O EN TU IGLESIA, O EN EL GOBIERNO DE TU PAÍS, O EN TU PASTOR O EN TU ESPIRITUALIDAD…, O EN DIOS? FUE BASTANTEMENTE CLARO JESÚS CUANDO DIJO “YO SOY EL CAMINO…., NADIE VIENE AL PADRE SINO ES POR MI. SEGURAMENTE DECIMOS RÁPIDAMENTE EN DIOS LÓGICAMENTE HE ENCOMENDADO MI CAMINO…, PERO LOS RESULTADOS DE NUESTRO CAMINAR NO SON COMPATIBLES A LOS DE LAS PROMESAS QUE HEMOS RECIBIDO DE PARTE DEL SEÑOR… ¿ENTONCES? BUENO, PUEDE OCURRIR DOS COSAS…, QUE NUESTRA FE ES PUESTA A PRUEBA O ESTAMOS COSECHANDO LO QUE HEMOS SEMBRADO ¿Y COMO DISCERNIR AMBOS CASOS? PRIMERO: PRUEBA DE FE Santiago 1:2-3 2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. O SEA LA PRUEBA DE FE PRODUCE GOZO… Y SEGUNDO: COSECHA COMO HEMOS SEMBRADO… COSECHAMOS… Gálatas 6:7-9 Dios Habla Hoy 7 No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha. 8 El que siembra en los malos deseos, de sus malos deseos recogerá una cosecha de muerte. El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna. 9 Así que no debemos cansarnos de hacer el bien; porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos. O SEA EL QUE SIEMBRA PARA LO QUE NO ES DE DIOS PRODUCE CONFUSIÓN, MUERTE Y TRISTEZA ESPIRITUAL MIENTRAS QUE LA SIEMBRA PARA EL ESPÍRITU PRODUCE VIDA, PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU SANTO… ¿QUE SENTÍS EN ESTOS MOMENTOS QUE ESTAS EN PRUEBA O EN COSECHA….?