sábado, 25 de marzo de 2017

A MI TEMPLO NO LO VAS A HACER VOS SINO UN HIJO TUYO… QUE TAMPOCO ES SALOMÓN…

… haz como has dicho. Permanezca, pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre… (vv. 23-24). 1 Crón 17:1-4, 16-25 David había hecho los planos. Diseñó el mobiliario, reunió los materiales, organizó todo (ver 1 Crónicas 28:11-19), pero el primer templo que se construyó en Jerusalén se conoce como el templo de Salomón, no de David. El Señor había dicho: «Tú no» (1 Crónicas 17:4). Había decidido que Salomón, el hijo de David, construyera el templo. La reacción de David ante esta negativa fue ejemplar. Se enfocó en lo que Dios haría, no en lo que él no podría hacer (1 Crónicas 17:16-25). Mantuvo un espíritu de gratitud, hizo todo lo que pudo y consiguió hombres talentosos para que ayudaran a Salomón en la construcción (ver 1 Crónicas 22). Un comentarista bíblico escribió: «Tal vez tengamos que aceptar que el servicio que anhelamos no es aquello para lo que Dios nos ha llamado […]. Como David, quizá nos espere algo más grandioso». David deseaba que el Señor fuera glorificado, no él. Con fidelidad, hizo todo lo que pudo por el templo de Dios, colocando un fundamento sólido para aquel que viniera después de él para concluir la obra. ¡Que nosotros, del mismo modo, aceptemos la tarea que el Señor ha elegido para darnos y que lo sirvamos con un corazón agradecido! Nuestro Dios amoroso está haciendo algo «más grandioso». Pero los seguidores del trayecto del Señor en toda nuestra historia podemos “ver” que Dios quería hacer su Templo con un hijo de David pero que no fue Salomón sino ni más ni menos que El Señor Jesucristo un descendiente de David, Gloria a Dios; Quién dijo: “Destruyan este templo y en tres días lo levantaré…” Ese es Dios, ese es el Maestro, Admirable, Consejero, Dios Fuerte y Padre Eterno. A su Templo no lo hacen manos humanas sino Dios mismo. Señor, que nuestras esperanzas y sueños más íntimos coincidan con los tuyos. Dios tal vez esconda el propósito de sus caminos, pero sus caminos siempre tienen sus propósitos.

lunes, 20 de marzo de 2017

EN EL LUGAR DONDE LA NUBE SE DETENÍA, ALLÍ ACAMPABAN LOS HIJOS DE ISRAEL

[Jesús] les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco… (v. 31). Marcos 6:30-46 El titular me llamó la atención: «El descanso es importante para los corredores». El artículo de un ex miembro de una selección nacional de corredores de montaña enfatizaba un principio que, a veces, los atletas dedicados ignoran: el cuerpo necesita descansar y recuperarse después del ejercicio. Y agregaba: «Fisiológicamente, las adaptaciones que ocurren como resultado del entrenamiento solo se producen durante el descanso. Esto significa que descansar es tan importante como los ejercicios». Lo mismo sucede con la fe y el servicio. Es esencial descansar con regularidad para evitar el agotamiento y el desánimo. Jesús buscó el equilibrio espiritual durante su vida en la Tierra, aun frente a demandas importantes. Cuando sus discípulos volvieron de un extenuante viaje de enseñanza y sanidades, Jesús les dijo: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco» (Marcos 6:31). Pero una gran multitud los siguió; entonces, Jesús les enseñó y les dio de comer (vv. 32-44). Cuando se retiraron todos, Él «fue al monte a orar» (v. 46). Si lo que define nuestra vida es el trabajo, lo que hacemos se torna cada vez más ineficaz. Jesús nos invita a reunirnos con Él en un lugar tranquilo para orar y descansar. Señor, gracias por tu ejemplo en la oración y el descanso. Ayúdame a imitarte. En nuestra vida de fe y servicio, el descanso es tan importante como el trabajo.

martes, 14 de marzo de 2017

HAZME ENTENDER MI TRANSGRESIÓN Y MI PECADO

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos (v. 23). Salmo 139:17-24 El día que mi esposo y yo empezamos nuestra travesía de cuidar a nuestros padres ancianos, fue como tomarnos del brazo y sentir que estábamos cayendo por un precipicio. No sabíamos que, durante ese proceso, la tarea más difícil sería permitir que Dios examinara y moldeara nuestros corazones a fin de usar ese tiempo especial para que aprendiéramos nuevas maneras de ser como Él. Los días en que sentía que me hundía en la tierra en una descontrolada caída libre, Dios me mostraba mis prioridades, mis reservas, mis miedos, mi orgullo y mi egoísmo. Utilizó mis grietas para mostrarme su amor y su perdón. El pastor de mi iglesia dice: «El mejor día es aquel en que ves quién eres en realidad: alguien desesperado sin Cristo. Luego, te ves como Cristo te ve: completo en Él». Esta fue la bendición que experimenté al cuidar a mis padres. Cuando veía para qué me había creado Dios, corría llorando hacia sus brazos, y clamaba con el salmista: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos» (Salmo 139:23). Esta es mi oración por ti: que, al verte en medio de tus circunstancias, corras hacia los brazos abiertos, amorosos y perdonadores de Dios. Señor, necesito tu amor, sabiduría y gracia. Examina, conoce y sana mi corazón. Cuando la preocupación se instala, las fuerzas se van; pero estas vuelven cuando corremos hacia Dios.