lunes, 29 de mayo de 2017

¡HIJITOS! ¿TENÉIS ALGO DE COMER?

5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.(Juan 21:5) Juan 21:1-14 Jesús se aparece a siete de sus discípulos 21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro !Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. 8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. 9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos. Hay tres incidentes en este capítulo. El primer incidente es la experiencia de los discípulos pescando en el mar de Galilea (también llamado el mar de Tiberias). Y este incidente revela al Señor como el Señor de nuestras voluntades y quien dirige nuestro servicio. El segundo incidente es el desayuno a la orilla del mar. Éste revela al Señor Jesús como el Señor de nuestros corazones y presenta nuestro amor por Él como motivo para el servicio. El tercer incidente es el anuncio de Jesús acerca de la muerte de Simón Pedro. Y éste revela al Señor Jesús como el Señor de nuestras mentes, y enseña que ni la falta de conocimiento ni la variación de las circunstancias, eximen del servicio. Todo el capítulo 21 nos revela que el Jesús resucitado aún es Dios. Consideremos pues, la experiencia de la pesca en el mar, que revela al Señor de nuestras voluntades. Leamos los primeros tres versículos de este capítulo 21 del evangelio según San Juan: "Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al Mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Salieron, pues, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada." Este pequeño mar de Galilea tuvo mucha relación con el ministerio de nuestro Señor, tanto antes como después de Su resurrección. Era un sitio conocido por estos hombres. Jesús les había pedido que fueran a Galilea, y allí se les aparecería. Habían ido allí y le estaban esperando. Tenemos aquí un grupo interesante de personas problemáticas. Estaba Simón Pedro, ferviente pero que había fracasado en su fe; cariñoso, afectuoso, impetuoso e impulsivo, pero que en momentos difíciles estuvo lejos de Jesús... Tenemos a Tomás, aquel escéptico consumado, que tenía en su mente un signo de interrogación. Natanael, el observador ingenioso, quien fue escéptico en el principio, también está allí. Y luego tenemos a los llamados "hijos del trueno" - Santiago y Juan. Había también otros dos cuyos nombres no se mencionan. Aquellas personas problemáticas seguramente nos representan a usted, a mí y a otros muchos. Muchos buenos comentaristas Bíblicos han criticado a estos hombres por haberse ido a pescar. Bueno, el Señor no les reprochó cuando se les apareció. Estaban esperando al Señor, tal como Él les había ordenado. Era primavera en Galilea, la época de la Pascua, y las colinas aparecían hermosas con las flores y la hierba verde en abundancia. Por tanto, al tener que esperar, Pedro se puso inquieto y después de haber paseado de un lado a otro y contemplar la playa, era la persona más indicada para decirles a los otros: "Voy a pescar". Ahora, trabajaron durante toda la noche sin pescar nada. Alguien llamó a este incidente el fracaso de los expertos. Habían estado inquietos antes, pero en este momento sentían inquietud y frustración. Sabían cómo pescar, pues ése era su medio de vida, pero aquella noche de fracaso estaba incluida en el plan y propósito de Dios para ellos. Luego amaneció y debe haber sido una mañana gloriosa en el mar de Galilea. Leamos el versículo 4: "Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, pero los discípulos no sabían que era Jesús." Creemos que esta fue una experiencia normal. Estaba en Su cuerpo glorificado y podía ser reconocido. Estaban en el mar, a cierta distancia, y como era temprano por la mañana, resultaba difícil identificar a las personas en la orilla. Leamos ahora el versículo 5: "Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: ¡No!" Ahora, la palabra para "hijitos" aquí, fue casi como decirles, "Señores". No era un término tierno como el de "hijitos" en la primera carta del apóstol Juan. Su breve respuesta fue un "no". Es asombroso cuán enfático uno puede llegar a ser, y cuán poco le gusta a uno hablar sobre el fracaso. Le contestaron, pero no querían hablar del asunto. Si hubieran cogido peces, todos habrían hablado con agrado de su éxito. Creemos que ésta es una pregunta que Él ha de hacernos a cada uno algún día. El querrá que le digamos si hemos pescado algo. Y nos preguntará si hemos hecho algo a favor de los demás aquí en la tierra. Esperamos que su respuesta, no sea la misma que aquellos hombres dieron: "No, no hemos pescado nada". Ahora, leamos el versículo 6 de este capítulo 21 de Juan: "Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces." El sentido aquí, es que El Señor dirige las vidas de los Suyos. Él da las instrucciones precisas, que deben ser obedecidas. Cuando pescaron según Sus instrucciones, las redes se llenaron. La red era fuerte y no se rompió. Era fuerte, tan fuerte como la red del evangelio de la muerte, el entierro y la resurrección de Cristo, de las cuales habían sido testigos. Continuemos leyendo el versículo 7: "Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiró al mar." Juan demostró una percepción espiritual, que Simón Pedro no tenía. Tres años antes, Jesús les había llamado, quizás en este mismo sitio. Volvieron a pescar y el Señor les llamó una vez más para pescar las almas de los hombres. Es posible que Pedro no tuviera la sensibilidad espiritual que tenía Juan. Pero, ¿se ha dado usted cuenta que cada vez que tuvo la oportunidad, se acercó al Señor? Los otros se sentaron en la barca y esperando hasta que llegaron a la orilla. A Simón Pedro le resultó imposible esperar. Quiso estar cerca del Señor. Este hombre tenía una gran personalidad. Leamos ahora los versículos 8 hasta el 11 de este capítulo 21 de San Juan: "Los otros discípulos fueron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no distaban de la orilla sino como cien metros. Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de sacar. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió." Éste es el último milagro registrado de nuestro Señor, y el único milagro que se registró después de Su resurrección. Esto es sumamente importante porque usted y yo tenemos interés en el ministerio de Cristo después de Su resurrección. El apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 5:16: "Y aun si a Cristo conocimos según los criterios de este mundo, ya no le conocemos así". No estamos unidos al niño en Belén, sino al Cristo resucitado, vivo, y glorificado a la derecha del Padre. Es por eso que Su ministerio después de la resurrección es tan vital para nosotros. Hay varias cosas aquí, a las cuales nos gustaría que usted prestara atención. ¿Ha notado usted que el Señor usa lo que tienen las personas, como la base de Sus milagros? Los discípulos estaban pescando y no tenían éxito. El Señor Jesús les dio entonces una gran cantidad de peces. En la fiesta de bodas de Caná, las tinajas de agua estaban vacías. El Señor ordenó que las llenaran con agua, y luego transformó el agua en vino. En el libro del Éxodo vimos que le preguntó a Moisés que tenía en la mano. Moisés dijo que era una vara, y con aquella vara Dios hizo Sus milagros a favor de Israel. David había sido fiel como pastor con su cayado, y Dios le dio un cetro. Es interesante que lo que uno tiene en la mano, puede ser utilizado por Dios. Tantas personas desean a veces hallarse en otra parte o en otras circunstancias. Pero si Dios no le puede usar allí mismo donde usted se encuentra, no creemos que le pueda utilizar en otra parte. Además, ¿no ha observado usted que lo que Dios hace, lo hace en abundancia? Las tinajas por ejemplo, estaban llenas de vino. Hubo también cestas de comida que sobró después de la alimentación milagrosa de los cinco mil. Las redes en nuestro pasaje de hoy, estaban llenas de peces. Fíjese también en lo siguiente. Aunque Jesús había preparado pescado, que tenía sobre un fuego encendido para ellos, también pidió que le dieran algunos de los peces que habían pescado. Es decir, Él aceptó el trabajo de ellos. Cuando pescaron en respuesta a Su mandato, aceptó lo que traían. ¡Qué bendita comunión y compañerismo se encuentra en este tipo de servicio! Hubo otro tiempo en el que Pedro recogió una maravillosa red llena de peces, hecho registrado por Lucas. Fue en los primeros tiempos del ministerio de Jesús cuando estaba llamando a Pedro para que fuera pescador de hombres. En aquella ocasión, la red se rompió. Creemos que, con el paso del tiempo, Pedro vería que muchos seguirían a Jesús, pero no todos serían creyentes. La red se rompería y muchos peces se escaparían, volviendo a su elemento. Pero, esta vez la red no se rompió sino que fue traída a tierra, llena de grandes peces. Pedro estaba siendo llamado para alimentar las ovejas y los corderos. Ahora, ¿Con qué iba a alimentarlos? Con la Palabra de Dios. Con el evangelio de un Cristo resucitado y glorificado. Este evangelio no sólo salvaría, sino que también guardaría a los que fuesen salvos. Aun en sus fracasos, los creyentes son guardados por el poder de Dios, por medio de la fe. En este incidente vemos que Jesucristo tiene un propósito para los Suyos: quiere dirigir sus vidas. Si le obedecemos, nos bendecirá y tendrá un maravilloso encuentro con nosotros. Él es el Señor de nuestra voluntad. Y pasamos ahora a considerar, el desayuno a la orilla del mar, incidente que revela a Jesús como El Señor de nuestros corazones - un motivo para el servicio Leamos los versículos 12 al 14, de este capítulo 21 del evangelio según San Juan: "Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres?, sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos." "Venid, comed" ¡Qué invitación! Más adelante, Jesús les enviaría a todo el mundo a predicar el evangelio (Marcos 16:15). Pero en esta ocasión, prefirió más bien que viniesen y desayunaran con Él antes de salir a cumplir su misión.

miércoles, 17 de mayo de 2017

EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE EN JESUCRISTO

"He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá." Habacuc 2:4-20 Este texto presenta el tema central de la Biblia; el propósito mismo de la vida y de la muerte se describe aquí. Se nos presentan los dos caminos que están abiertos para la humanidad. Hay varios aspectos que debemos señalar de este versículo que son de suma importancia. El profeta mencionó aquí los dos grupos de personas que existen en el mundo. Ante Dios, la humanidad está dividida en dos grupos. Están los seres humanos "perdidos" y aquellos que son "salvos". Aquellos que han confiado en Dios, que han creído en Dios y aquellos que no han creído en Dios. Para decirlo de una manera más gráfica, de un lado están los santos, los creyentes, y del otro, los que no lo son. Y esto crea una división, o una separación muy marcada entre estos dos grupos de personas. Veamos lo que el pasaje bíblico nos trata de enseñar. Leemos que Habacuc tenía que ir a su torre de vigía, y que allí debía esperar un mensaje, en realidad, sería el gran mensaje de Dios para el profeta. Ese mensaje explicaría Su trato, es decir, el trato, o la manera de obrar de Dios con los individuos; el mensaje explicaría la forma que tiene Dios de tratar con las naciones. Éste es uno de los grandes principios que Dios señaló en este pasaje. "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece" Aquí el profeta habló de un grupo de personas. Este es el grupo de los orgulloso, aquellos que tratan de lograr su propia salvación. Estas personas viven nada más que para el día de hoy. "Comamos y bebamos que mañana moriremos", es su lema de vida. Ellos piensan que la vida se acaba aquí, en la Tierra y por eso no tienen ningún propósito trascendente, no tienen ningún objetivo en la vida. Así es como se nos presenta esto aquí: "He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece". Esta persona auto-suficiente y orgullosa está equivocada. Esta persona se encuentra en el camino equivocado; está siguiendo un sendero erróneo. "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte", nos dice Proverbios 14:12. Las Escrituras, la Biblia, nunca habla mucho en cuanto a "los perdidos", como usted ya habrá notado. Recordemos que el Señor Jesucristo mencionó una historia que hablaba de un hombre rico y a un hombre pobre, llamado Lázaro. Él habló acerca de la muerte de ambas personas. El Señor Jesucristo dijo: "Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado". (Lucas 16:22). En cuanto a la muerte de Judas, el discípulo que le traicionó y más tarde se suicidó, se nos dice que se fue a su propio lugar. La clase de vida, amigo oyente, que conduce a una eternidad sin Dios, sin perdón, ni esperanza, es una vida vivida alejada de Dios, despreocupada y superficial, y ésa es la que lleva a la condenación eterna. Ahora, el otro grupo está formado por aquellos que han sido salvos por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios que vino a morir en una cruz, para expiar, para "pagar", la deuda que teníamos con Dios. Estos hijos de Dios, renacidos y redimidos viven sus vidas como si de una carrera se tratara. Una carrera con muchos obstáculos, privaciones, dura y difícil muchas veces, pero con las expectativas de llegar a la meta, que es el encuentro con Dios, en los Cielos, y estar con Él por toda la Eternidad. Los creyentes vamos transitando por el camino de la vida hacia el encuentro con el Padre Celestial, en la esperanza de llegar a un conocimiento completo de Cristo. El Apóstol Pablo escribió en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, versículo 12: "Ahora, vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido". Nosotros hoy no tenemos todas las respuestas, pero "andamos por la fe", es decir, que vivimos por la fe. Entre el momento de la salvación y ese "entonces", en la presencia de Dios, los que hemos sido salvos por la Gracia y el perdón de Dios, "andamos por la fe". Hemos sido salvos por la fe, y vamos a vivir por la fe. Así es que aquí, en nuestro pasaje bíblico, tenemos a aquellos que tienen un alma llena de orgullo, son soberbios, y actúan de manera auto-suficiente y auto-complaciente. A éstos se les debía juzgar por ciertos pecados que se mencionan, de cinco maneras. Vamos a ver lo que nos dijo el profeta en esta parábola que comienza en el versículo 5. Pero, permanezcamos un momento más en nuestro estudio del versículo 4, del capítulo 2 de Habacuc, porque siglos más tarde es citado en la epístola a los Romanos, como también en la epístola a los Gálatas y, después, en la epístola a los Hebreos. Este versículo tan profundo resulta ser la clave para esas tres epístolas. En primer lugar, queremos observar lo que nos dijo el apóstol Pablo en su epístola a los Romanos, en el capítulo 1, versículos 16 y 17: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito: mas el justo por la fe vivirá". El énfasis en la epístola a los Romanos está en "la justificación por la fe", en la salvación. Y nosotros podríamos leerlo de esta manera: "El justo, aquel que ha sido justificado por la fe, también vivirá por la fe". Éste es el mensaje más profundo y claro que encontramos en la epístola a los Romanos. Cuando leemos la epístola a los Gálatas, encontramos que allí también es citado este versículo, en el capítulo 3, versículo 11, y que dice: "Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: el justo por la fe vivirá". Nuevamente, Habacuc fue citado aquí. El énfasis aquí es algo diferente. Y la razón es, porque si volvemos a leer lo que Pablo escribió anteriormente, en el capítulo 2 de Gálatas, versículo 20, veremos que dice: "Con Cristo estoy juntamente crucificado". Pero, ¿cuándo fue crucificado Pablo con Cristo? ¡Cuando Cristo murió hace más de 2.000 años! "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí". El énfasis en la epístola a los Romanos era la justificación por la fe; salvación por la fe. Ahora, el énfasis en esta epístola a los Gálatas, es en la fe, y no sólo en la fe que salva, sino la fe en la cual uno vive a lo largo de toda esta vida. Ése es el énfasis aquí. Pasemos ahora a la epístola a los Hebreos. Y en esa epístola, capítulo 10, versículo 38, leemos esto: "Mas el justo vivirá por fe". Ahora, el escritor de esta epístola a los Hebreos estaba citando del libro de Habacuc, y dijo: "mas el justo vivirá por la fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma". Y el énfasis aquí es en la palabra "vivirá." Ahora, vamos a analizar más de cerca estas significativas palabras: "mas el justo por su fe vivirá". El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, hizo un gran énfasis sobre el "justo", y sobre la justificación por la fe, para salvación. En su epístola a los Gálatas, Pablo enfatizó la "fe", porque escribió que "el justo vivirá por la fe". Esto significa que nosotros no vivimos gracias a la ley. Pablo estaba diciendo que por la ley ninguno, nadie, se justifica ante Dios, sino que "el justo por la fe vivirá". Y cuando llegamos a la epístola a los Hebreos, allí el énfasis es en "vivirá". Después de citar el versículo 38 en el capítulo 10, el escritor de esta carta, en el capítulo 11 de esa misma epístola Hebreos, presentó una lista de hombres y mujeres que vivieron por la fe, y de nuevo, el énfasis era sobre el vivir. Así es que en las tres grandes epístolas doctrinales, se nos presentan tres grandes temas importantísimos. Por lo tanto, volviendo a nuestro estudio sobre el libro de Habacuc, podemos ahora comprender un poco más la profundidad de este versículo 4, del capítulo 2. Habacuc miraba hacia el futuro, y su pregunta fue: "¿por qué?" Veamos la respuesta que recibió Habacuc de Dios. Dios envió a Su pueblo a la cautividad. Este hecho tan dramático sirvió a un gran propósito, el propósito de Dios, porque le permitió traer al Salvador al mundo, en el cumplimiento del tiempo. Cuando el apóstol Pablo se encontraba en Antioquía de Pisidia, predicó lo que se ha considerado como uno de sus mejores sermones. En el capítulo 13 del libro de los Hechos de los Apóstoles, versículos 37 al 41, leemos algo que es de suma importancia. Pablo escribió: "Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, varones hermanos: que por medio de Él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en Él es justificado todo aquel que cree. Mirad, pues, que no venga sobre nosotros lo que está dicho en los profetas: mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare". Por tanto, el apóstol Pablo les mostró a sus lectores el único camino a Dios, es decir, que sólo se llega a Dios por medio de la fe. Éste es el único camino. Y el mensaje es que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Él fue sepultado, y resucitó al tercer día. ¿Qué significado tiene este hecho para los perdidos? ¿Cómo reaccionar ante tal oferta de perdón y de vida eterna? A los perdidos sólo le queda aceptarle a Él, a Jesucristo como su Salvador personal. Al confíar en Él, y como un hijo de Dios, comienza a caminar, a vivir y actuar por fe, no por la ley. Hay tantos que intentan colocarnos no sólo bajo los 10 mandamientos, sino que nos someten bajo un sistema legal del Antiguo Testamento. Se han establecidos tantas reglas y normas para la familia, para el esposo, para la esposa, y para todo lo demás. Si usted ha sido salvo por fe en el Señor Jesucristo, entonces usted Le ama, ama a Jesucristo. Y la pregunta que Él le hace, si usted es un hijo nacido dentro de la familia de Dios, es: "¿Me amas?" Y si uno le ama, eso resuelve todo el problema. El amor va a ayudarle a andar, a vivir, es decir, a vivir en el Espíritu, que es el Espíritu de Dios; y para vivir en el Espíritu, usted tendrá que ser lleno con el Espíritu Santo, lo cual significa, estar controlado por Él. Y eso producirá gozo, paz y más amor en su corazón. Hará de usted un esposo mejor, una esposa mejor; hará de usted un hijo mejor, un mejor trabajador, un mejor profesional, o sea, que hará de usted una persona mejor, donde quiera que se encuentre. De esta manera, quien quiera que sea, usted "caminará por la fe". Y un día, cuando Dios así lo disponga, usted, y todos los que hemos creído y aceptado el amor y el perdón de Dios, por medio de la fe, entraremos a Su propia presencia, a la presencia del Dios Santo, y allí estaremos en Su presencia para y por toda la Eternidad. ¡Qué maravilloso plan tiene Dios preparado para Sus hijos! El profeta Habacuc, por medio de la fe en Dios pudo decir: "Yo he ido a la torre de vigía y allí esperaré. Yo confío en Aquel que sí tiene todas las respuestas a mis preguntas". Es que, Sin fe - es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe, y que recompensa a quienes Le buscan. Estas palabras tan firmes, llenas de convicción y fe las encontramos en la epístola a los Hebreos, en el capítulo 11, versículo 6. Ahora, observemos, que Habacuc, muchos siglos antes profetizó que el justo por su fe vivirá. Dios le está llamando a los perdidos, para que vayan a Él. Y la única manera por la cual se puede llegar a Él, no es por medio de buenas obras, ni ninguna otra práctica, rito o ceremonia, si no que es por medio de la fe. Hablábamos de dos grupos de personas: de los justos que vivirán por fe, y de aquellos cuya alma no es recta, se enorgullece. Para ilustrar esta afirmación el profeta señaló cinco características diferentes. La primera la encontramos en el versículo 5, donde se habló de la embriaguez. En el versículo 9, podemos leer: "Ay del que codicia injusta ganancia para su casa". La codicia era uno de los grandes pecados de Babilonia, así como también lo era la embriaguez. Luego, en el versículo 12, vemos: "¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, del que funda una ciudad con iniquidad!" Por la historia se ha sabido que esta gente trató de manera sanguinaria y cruel a los cautivos que caían en sus manos. Este pueblo era conocido y famoso por su brutalidad; por ejemplo, en el Salmo 137, y ver cómo trataron a los hijos de Israel. Ahora, en el versículo 19, de éste mismo capítulo 2, se nos dice: "¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate!" La idolatría también era uno de los grandes pecados de Babilonia. Tenían cinco grandes pecados. El orgullo hace que los seres humanos se desvíen en estas direcciones. Los lleva a la embriaguez, los impulsa a la codicia y a muchas otras costumbres y hábitos destructivos. Hace de ellos personas crueles, brutales, en la forma en que tratan a los demás. También los transforma en idólatras. Alguien podría opinar que ya no existen personas que adoren a los ídolos. Quizá no sean los mismos ídolos que adoraban las personas de hace muchos siglos, pero hay muchos que adoran a ídolos de este presente siglo 21. El dinero es uno de los ídolos más adorados. ¿Y cuántos hombres y mujeres en el presente están adorando el sexo? ¿Cuántos hoy en día adoran al placer? Todos están tratando de adorar a una u otra cosa. Muchas mujeres entregan sus cuerpos, y muchos hombres entregan su vida y su honor. ¿Qué es lo que les ha sucedido a estas personas? Bueno, creemos que su alma está llena de auto-suficiencia, orgullo, que sólo buscan el ahora y el hoy de su existencia, sin más valores que la auto-satisfacción presente de todos sus apetitos y deseos. Y el balance de una vida que rechaza, relega o reniega de Dios, tendrá un resultado triste. Su destino y meta final serán una eternidad perdida, sin Dios, sin esperanzas, apartada de la Luz, y condenada a la oscuridad total. Volvamos a la frase "El justo por su fe vivirá". Nosotros podemos vivir con la esperanza de las promesas fieles de Dios. Permanezcamos entonces, como el profeta, en nuestra torre de vigía. Dios tiene todas las respuestas; tengamos paciencia y confiemos. Cuando observamos nuestra sociedad, las distintas culturas y razas que pueblan este mundo, con tantos problemas e injusticias económicas, sociales y políticas, podríamos considerar que los habitantes de esta Tierra han perdido la razón. Hay muchas personas que se preguntan sobre cuál será el resultado final de nuestra civilización. Bueno, nosotros sí sabemos cuál será el resultado de esta situación caótica. Nosotros creemos que tenemos por delante días terribles. No queremos presentar un cuadro demasiado deprimente, pero, quisiéramos ser realistas. ¿A qué otra conclusión podríamos llegar al mirar a nuestro alrededor? Los perdidos podrían decir: "Bueno, son ustedes unos pesimistas". No, somos optimistas, porque un día glorioso se acerca. Nosotros vivimos por fe, no por vista. Por todas partes podemos ver situaciones que no cambian; pero nosotros, los hijos de Dios, tenemos fe y confianza en Uno que cambiará todas las cosas. El Señor Jesucristo vendrá a la Tierra a establecer Su Reino. Él va a cambiar y transformar las cosas. Pero antes, Él vendrá a recoger a Su iglesia. ¿Cuándo? ¿Cómo? No lo sabemos. Permanezcamos simplemente, en la torre del vigía, velando, viviendo nuestra vida cristiana por la fe. Ojala los que se enteren de estas Buenas Nuevas hallan emprendido el camino hacia Dios, reconociendo que Cristo es la única senda que le conduce a Él? ¿Sería bueno ya estar experimentando lo que es vivir por la fe? Si es así, toda nuestra vida habrá adquirido otra perspectiva. Es nuestra oración que el Espíritu de Dios le revele la majestad, el poder, el amor y el perdón de Dios, para que quienes lean tenga más sed por conocerle a Él, a Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

sábado, 6 de mayo de 2017

…”Y PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES”…

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22 “¿Recuerda cuando…?” Esas palabras se oyen a menudo durante la Navidad. Entre familia o con amigos traemos a la memoria recuerdos agradables de navidades pasadas. Pero también nos vienen a la memoria experiencias que no quisiéramos recordar: el dolor de algo que pasó, el aguijón de las críticas negativas, la decepción de alguna promesa incumplida, el rechazo, las aflicciones. ¿Qué hemos de hacer con esa clase de recuerdos? ¿Hemos de arrastrarlos por el resto de nuestra vida, junto con el resto de nuestras cargas? No tiene que ser así, podemos deshacernos de esos recuerdos; es más, tenemos que deshacernos de ellos. Pero hay solo una forma de hacerlo: por medio del perdón. Perdonar a otros parece algo fácil de hacer, sin embargo, muy pocos lo hacemos. Miramos el perdón como si fuera una alternativa que tenemos en la vida, como algo que podemos aceptar o descartar. Pero la verdad es que el perdón es un requisito fundamental en la vida del creyente. Desde el punto de vista de Dios, el rencor – o la falta de perdón – es una maldad. En Mateo 18, Jesús relata una parábola que ilustra las consecuencias del rencor. La parábola habla de un siervo que debía a su señor una deuda equivalente a millones de dólares. Cuando llegó el día en que debía pagarla, el siervo dijo a su amo: “Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo”. El amo se conmovió tanto que le perdonó toda la deuda. Poco después, ese siervo buscó a un amigo que le debía el equivalente a $15 dólares. Al enterarse de que el amigo no podía pagarle, hizo que lo echaran en la cárcel y no le importó los ruegos que este le hizo. Cuando el amo del siervo oyó lo que pasó, se indignó y dijo que era un siervo malvado, y lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Note el monto de la deuda que no fue perdonada: quince dólares. Las deudas pequeñas son las que por lo general nos causan más problemas: los resentimientos insignificantes entre cónyuges o entre hermanos, los rencores que no parecen importantes como para afrontarlos. Tenga cuidado, esa es la clase de deudas de las que Satanás se vale para atormentarnos. Jesucristo pagó una montaña de deudas por usted. Sin duda, usted puede ser generoso con las deudas de centavos que otros le deben. Busque al Espíritu Santo y pídale que le muestre cualquier rencor que usted esté albergando. Luego, arrepiéntase y deshágase de ese rencor. Hagamos no sólo de la Navidad sino en todo momento de un tiempo para recordar, sino también para perdonar y olvidar. Debemos estar a cuentas con Dios, hermanos, amigos y prójimos.