lunes, 29 de mayo de 2017

¡HIJITOS! ¿TENÉIS ALGO DE COMER?

5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.(Juan 21:5) Juan 21:1-14 Jesús se aparece a siete de sus discípulos 21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro !Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. 8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. 9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos. Hay tres incidentes en este capítulo. El primer incidente es la experiencia de los discípulos pescando en el mar de Galilea (también llamado el mar de Tiberias). Y este incidente revela al Señor como el Señor de nuestras voluntades y quien dirige nuestro servicio. El segundo incidente es el desayuno a la orilla del mar. Éste revela al Señor Jesús como el Señor de nuestros corazones y presenta nuestro amor por Él como motivo para el servicio. El tercer incidente es el anuncio de Jesús acerca de la muerte de Simón Pedro. Y éste revela al Señor Jesús como el Señor de nuestras mentes, y enseña que ni la falta de conocimiento ni la variación de las circunstancias, eximen del servicio. Todo el capítulo 21 nos revela que el Jesús resucitado aún es Dios. Consideremos pues, la experiencia de la pesca en el mar, que revela al Señor de nuestras voluntades. Leamos los primeros tres versículos de este capítulo 21 del evangelio según San Juan: "Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al Mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Salieron, pues, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada." Este pequeño mar de Galilea tuvo mucha relación con el ministerio de nuestro Señor, tanto antes como después de Su resurrección. Era un sitio conocido por estos hombres. Jesús les había pedido que fueran a Galilea, y allí se les aparecería. Habían ido allí y le estaban esperando. Tenemos aquí un grupo interesante de personas problemáticas. Estaba Simón Pedro, ferviente pero que había fracasado en su fe; cariñoso, afectuoso, impetuoso e impulsivo, pero que en momentos difíciles estuvo lejos de Jesús... Tenemos a Tomás, aquel escéptico consumado, que tenía en su mente un signo de interrogación. Natanael, el observador ingenioso, quien fue escéptico en el principio, también está allí. Y luego tenemos a los llamados "hijos del trueno" - Santiago y Juan. Había también otros dos cuyos nombres no se mencionan. Aquellas personas problemáticas seguramente nos representan a usted, a mí y a otros muchos. Muchos buenos comentaristas Bíblicos han criticado a estos hombres por haberse ido a pescar. Bueno, el Señor no les reprochó cuando se les apareció. Estaban esperando al Señor, tal como Él les había ordenado. Era primavera en Galilea, la época de la Pascua, y las colinas aparecían hermosas con las flores y la hierba verde en abundancia. Por tanto, al tener que esperar, Pedro se puso inquieto y después de haber paseado de un lado a otro y contemplar la playa, era la persona más indicada para decirles a los otros: "Voy a pescar". Ahora, trabajaron durante toda la noche sin pescar nada. Alguien llamó a este incidente el fracaso de los expertos. Habían estado inquietos antes, pero en este momento sentían inquietud y frustración. Sabían cómo pescar, pues ése era su medio de vida, pero aquella noche de fracaso estaba incluida en el plan y propósito de Dios para ellos. Luego amaneció y debe haber sido una mañana gloriosa en el mar de Galilea. Leamos el versículo 4: "Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, pero los discípulos no sabían que era Jesús." Creemos que esta fue una experiencia normal. Estaba en Su cuerpo glorificado y podía ser reconocido. Estaban en el mar, a cierta distancia, y como era temprano por la mañana, resultaba difícil identificar a las personas en la orilla. Leamos ahora el versículo 5: "Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: ¡No!" Ahora, la palabra para "hijitos" aquí, fue casi como decirles, "Señores". No era un término tierno como el de "hijitos" en la primera carta del apóstol Juan. Su breve respuesta fue un "no". Es asombroso cuán enfático uno puede llegar a ser, y cuán poco le gusta a uno hablar sobre el fracaso. Le contestaron, pero no querían hablar del asunto. Si hubieran cogido peces, todos habrían hablado con agrado de su éxito. Creemos que ésta es una pregunta que Él ha de hacernos a cada uno algún día. El querrá que le digamos si hemos pescado algo. Y nos preguntará si hemos hecho algo a favor de los demás aquí en la tierra. Esperamos que su respuesta, no sea la misma que aquellos hombres dieron: "No, no hemos pescado nada". Ahora, leamos el versículo 6 de este capítulo 21 de Juan: "Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces." El sentido aquí, es que El Señor dirige las vidas de los Suyos. Él da las instrucciones precisas, que deben ser obedecidas. Cuando pescaron según Sus instrucciones, las redes se llenaron. La red era fuerte y no se rompió. Era fuerte, tan fuerte como la red del evangelio de la muerte, el entierro y la resurrección de Cristo, de las cuales habían sido testigos. Continuemos leyendo el versículo 7: "Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiró al mar." Juan demostró una percepción espiritual, que Simón Pedro no tenía. Tres años antes, Jesús les había llamado, quizás en este mismo sitio. Volvieron a pescar y el Señor les llamó una vez más para pescar las almas de los hombres. Es posible que Pedro no tuviera la sensibilidad espiritual que tenía Juan. Pero, ¿se ha dado usted cuenta que cada vez que tuvo la oportunidad, se acercó al Señor? Los otros se sentaron en la barca y esperando hasta que llegaron a la orilla. A Simón Pedro le resultó imposible esperar. Quiso estar cerca del Señor. Este hombre tenía una gran personalidad. Leamos ahora los versículos 8 hasta el 11 de este capítulo 21 de San Juan: "Los otros discípulos fueron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no distaban de la orilla sino como cien metros. Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de sacar. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió." Éste es el último milagro registrado de nuestro Señor, y el único milagro que se registró después de Su resurrección. Esto es sumamente importante porque usted y yo tenemos interés en el ministerio de Cristo después de Su resurrección. El apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 5:16: "Y aun si a Cristo conocimos según los criterios de este mundo, ya no le conocemos así". No estamos unidos al niño en Belén, sino al Cristo resucitado, vivo, y glorificado a la derecha del Padre. Es por eso que Su ministerio después de la resurrección es tan vital para nosotros. Hay varias cosas aquí, a las cuales nos gustaría que usted prestara atención. ¿Ha notado usted que el Señor usa lo que tienen las personas, como la base de Sus milagros? Los discípulos estaban pescando y no tenían éxito. El Señor Jesús les dio entonces una gran cantidad de peces. En la fiesta de bodas de Caná, las tinajas de agua estaban vacías. El Señor ordenó que las llenaran con agua, y luego transformó el agua en vino. En el libro del Éxodo vimos que le preguntó a Moisés que tenía en la mano. Moisés dijo que era una vara, y con aquella vara Dios hizo Sus milagros a favor de Israel. David había sido fiel como pastor con su cayado, y Dios le dio un cetro. Es interesante que lo que uno tiene en la mano, puede ser utilizado por Dios. Tantas personas desean a veces hallarse en otra parte o en otras circunstancias. Pero si Dios no le puede usar allí mismo donde usted se encuentra, no creemos que le pueda utilizar en otra parte. Además, ¿no ha observado usted que lo que Dios hace, lo hace en abundancia? Las tinajas por ejemplo, estaban llenas de vino. Hubo también cestas de comida que sobró después de la alimentación milagrosa de los cinco mil. Las redes en nuestro pasaje de hoy, estaban llenas de peces. Fíjese también en lo siguiente. Aunque Jesús había preparado pescado, que tenía sobre un fuego encendido para ellos, también pidió que le dieran algunos de los peces que habían pescado. Es decir, Él aceptó el trabajo de ellos. Cuando pescaron en respuesta a Su mandato, aceptó lo que traían. ¡Qué bendita comunión y compañerismo se encuentra en este tipo de servicio! Hubo otro tiempo en el que Pedro recogió una maravillosa red llena de peces, hecho registrado por Lucas. Fue en los primeros tiempos del ministerio de Jesús cuando estaba llamando a Pedro para que fuera pescador de hombres. En aquella ocasión, la red se rompió. Creemos que, con el paso del tiempo, Pedro vería que muchos seguirían a Jesús, pero no todos serían creyentes. La red se rompería y muchos peces se escaparían, volviendo a su elemento. Pero, esta vez la red no se rompió sino que fue traída a tierra, llena de grandes peces. Pedro estaba siendo llamado para alimentar las ovejas y los corderos. Ahora, ¿Con qué iba a alimentarlos? Con la Palabra de Dios. Con el evangelio de un Cristo resucitado y glorificado. Este evangelio no sólo salvaría, sino que también guardaría a los que fuesen salvos. Aun en sus fracasos, los creyentes son guardados por el poder de Dios, por medio de la fe. En este incidente vemos que Jesucristo tiene un propósito para los Suyos: quiere dirigir sus vidas. Si le obedecemos, nos bendecirá y tendrá un maravilloso encuentro con nosotros. Él es el Señor de nuestra voluntad. Y pasamos ahora a considerar, el desayuno a la orilla del mar, incidente que revela a Jesús como El Señor de nuestros corazones - un motivo para el servicio Leamos los versículos 12 al 14, de este capítulo 21 del evangelio según San Juan: "Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres?, sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos." "Venid, comed" ¡Qué invitación! Más adelante, Jesús les enviaría a todo el mundo a predicar el evangelio (Marcos 16:15). Pero en esta ocasión, prefirió más bien que viniesen y desayunaran con Él antes de salir a cumplir su misión.

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