sábado, 29 de marzo de 2014

OYE, LO SIENTO

Mateo 5:21-26 … reconcíliate primero con tu hermano… —Mateo 5:24 Mi yerno Ewing y yo asistimos a un evento deportivo, y nos encantó ver el partido y a la gente que nos rodeaba. Una de esas personas mostró ambos lados del ser humano: lo bueno y lo malo. Aparentemente, no podía encontrar su asiento. Mientras lo buscaba, se paró justo entre nosotros y el campo de juego. Un hombre que estaba sentado delante de nosotros tampoco podía ver, entonces, le dijo: «¿Podría moverse? No podemos ver». El hombre perdido respondió sarcásticamente: «Qué problema, ¿no?». Un segundo pedido recibió una respuesta similar, pero más acalorada. Por fin, se movió. Pero después llegó la sorpresa. Volvió y le dijo al hombre al que le había contestado mal: «Oye, lo siento. Estaba molesto porque no podía encontrar mi asiento». Se dieron la mano y el incidente terminó bien. Ese episodio me hizo pensar que, mientras vamos por la vida luchando para encontrar nuestro lugar, las situaciones pueden frustrarnos e inducirnos a contestar de una manera que está lejos de reflejar a Cristo. Si es así, debemos pedirle a Dios que nos dé valor para disculparnos con aquellos a quienes hemos ofendido. Según Jesús, nuestra adoración depende de esto (Mateo 5:23-24). Honramos a Dios cuando priorizamos la reconciliación con los demás. Después de reconciliarnos, podemos disfrutar plenamente la comunión con nuestro Padre celestial. La confesión de pecado es el terreno donde florece el perdón.

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