viernes, 26 de agosto de 2016

¡ISAÍAS! ¿A QUIEN ENVIARÉ?

Isaías 6:1-8 Dios Habla Hoy 6 El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono muy alto; el borde de su manto llenaba el templo. 2 Unos seres como de fuego estaban por encima de él. Cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían la cara, con otras dos se cubrían la parte inferior del cuerpo y con las otras dos volaban. 3 Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.» 4 Al resonar esta voz, las puertas del templo temblaron, y el templo mismo se llenó de humo. 5 Y pensé: «¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros.» 6 En ese momento uno de aquellos seres como de fuego voló hacia mí. Con unas tenazas sostenía una brasa que había tomado de encima del altar, 7 y tocándome con ella la boca, me dijo: «Mira, esta brasa ha tocado tus labios. Tu maldad te ha sido quitada, tus culpas te han sido perdonadas.» 8 Entonces oí la voz del Señor, que decía: « ¿A quién voy a enviar? ¿Quién será nuestro mensajero?» Yo respondí: «Aquí estoy yo, envíame a mí.» Isaías, como una de las tantas veces que se presenta ante El Señor, es como siempre sorprendido no solamente por ver a Dios sino por la reacción que provoca en EL al limpiarle su área sucia. Pero ¿para que hace esto El Señor? El Señor a continuación dice: Necesito un mensajero… ¿a quien voy a enviar? tranquilamente Dios le podría haber dicho…, bueno Isaías tengo que mandar a alguien y solamente estas vos y en condiciones… sin embargo la caballerosidad del Señor es tan impecable que pregunta ¿a quien enviaré? Y el mismo Espíritu que impulso a David para enfrentar al gigante en muy enorme inferioridad de condiciones aparentes, el que hubo en Sansón al enfrentar a un ejercito con la mandíbula de un burro y a tantos otros, también actuó en Isaías para decir: Aquí estoy yo, envíame a mi. Esta escena se habrá repetido tantas veces y de manera diferente como lo haya dispuesto el Señor con tantos siervos y siervas que ha enviado a sus mies que hoy también lo está haciendo con nosotros…y ¿que le respondemos? Esto me hace recordar que una vez Dios tenía que enviar un mensajero al mundo y preguntó en el Cielo ¿a quien voy a mandar a una misión muy especial…? Y había uno solo para enviar ¡Gloria a Dios y al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Tenía que ser así para que se hiciera con toda justicia…, el único, su hijo amado, el admirable, consejero, Príncipe de Paz, Padre eterno y Dios nuestro, Jesucristo El Señor y Salvador del mundo. Y ahora disponemos de una sangre preciosa que nos limpia de todo pecado poniéndonos en la debida relación con nuestro Padre Celestial y perfectamente aptos para cumplir la misión que el nos encomiende… y somos tú y yo quienes estamos solos en su presencia, que podamos decirle aquí estoy Señor envíame a mi.

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