domingo, 2 de octubre de 2016

DEBEMOS RECORDAR…

Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis? (v. 21). Lectura: Marcos 8:11-21 Me he hecho un tablero para fijar recordatorios importantes ubicándolo en un lugar visible…, aunque hay un recordatorio que lo he colocado en el principal lugar de mi corazón y es el del principal y único sacrificio hecho por alguien en todos los tiempos por toda la humanidad… Porque somos muy propensos a dudar y olvidar. Por más que Jesús suplía con frecuencia las necesidades de quienes acudían a Él, sus discípulos temían que pudiera faltarles algo. A pesar de presenciar milagros, no entendieron el concepto más profundo que el Señor quería que recordaran. Una vez, mientras cruzaban el mar de Galilea, se dieron cuenta de que no habían llevado pan. Al escucharlos hablar del tema, Jesús les preguntó: ¿No entendéis ni comprendéis? […] ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?» (Marcos 8:17-18). Entonces, les recordó que, cuando alimentó a 5.000 personas, habían sobrado doce cestas, que ellos mismos recogieron. Y tras alimentar a 4.000, sobraron siete cestas. Luego, agregó: « ¿Cómo aún no entendéis?». La provisión milagrosa del Señor para las necesidades físicas de la gente apuntaba a una verdad más importante: Él era el pan de vida, y su cuerpo sería roto por ellos y por nosotros. Cada vez que comemos el pan y bebemos de la copa en la Cena del Señor, se nos recuerda el gran amor de Dios y su provisión permanente. Hoy es un día como todos para recordar y anunciar que una vez y para siempre El Rey de Reyes y Señor de Señor entregó su vida en beneficio de toda la humanidad para que todo aquel que crea en EL no solo no se pierda por sus pecados sino que tenga vida eterna viviendo la vida en abundancia que nos vino a traer como regalo y esa si…, que es la voluntad de Dios… En la celebración de la Cena del Señor, Jesús nos dejó un gran recordatorio de su sacrificio. La Cena del Señor es un recordatorio de su amor y provisión. Te alabamos, Señor te damos toda gloria, honra y alabanza porque tú eres EL único digno de recibir ya que tuyo es el Poder y el Reino por los siglos de los siglos, amén.

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