viernes, 7 de marzo de 2008

DE LO QUE TRATA LA BIBLIA

El filósofo Platón afirmaba que existían tres fuentes válidas del conocimiento:
1.- Los cinco sentidos: el tacto, el gusto, el olfato, la visión y la audición, los cuales compartimos con las demás especies del reino animal.
2.- La razón, que distingue al hombre de los animales inferiores.
3.-La tercera la llamó –locura divina-, término que usó para referirse al mundo espiritual de la comunicación sobrenatural.
Posteriormente su discípulo, Aristóteles, eliminó la tercera fuente, o sea, toda facultad intuitiva por medio de la cual la percepción divina llega al hombre. Aristóteles afirmó que el conocimiento proviene sólo de los cinco sentidos y de la razón.
Las enseñanzas de Aristóteles afectaron a gran parte del mundo occidental. Sin embargo, en Oriente y en las culturas primitivas, la referencia al mundo del espíritu –el mundo de los sueños, de las visiones y de la comunicación sobrenatural—es común en todos los niveles sociales.
Si bien Aristóteles hubiera rechazado la Biblia como fuente de conocimiento, Jesucristo jamás titubeo cuando dijo que la Biblia es el principal medio que emplea Dios para revelarse a la humanidad.
Ahora, 2000 años más tarde, un número creciente de personas reconoce que Jesucristo tenía razón. Voltaire, el famoso ateo Francés (que era seguidor de Aristóteles y no de Cristo) murió en 1778. Antes de morir afirmó que la Biblia y la fe cristiana no tendrían crédito cien años después. En el centenario de esa declaración, la Sociedad Bíblica de Ginebra adquirió la prensa y la casa de Voltaire y empezó a imprimir Biblias desde allí.
Doscientos seis años después de Voltaire, el presidente de los Estados Unidos declaró el año 1983 como –El Año de la Biblia--¿Por qué el presidente de una de las naciones más grandes de la tierra proclamaría la Biblia como la fuente más importante del conocimiento humano?
Millones de personas buscan una voz de autoridad en quien confiar. Se han dado cuenta de que no pueden confiar en los tratados firmados entre naciones, ni en las declaraciones de los hombres de ciencia; incluso los grandes líderes religiosos se equivocan a menudo. La Biblia, la Palabra de Dios, es la única autoridad verdadera con que contamos. Comprobada a través de los años, la Biblia arroja luz sobre la naturaleza humana, sobre los problemas mundiales y sobre el sufrimiento. Pero, más allá de todo ello, revela claramente el camino de Dios.
La Biblia es Dios revelándose a la humanidad.
Billy Graham tiene razón cuando afirma: La Biblia es antigua, y sin embargo, siempre nueva. Es el libro más moderno del mundo actual. Existe la falsa idea de que una obra tan antigua como la Biblia no tiene relación con las necesidades del hombre moderno. Por alguna razón los hombres piensan, en una época de logros científicos, cuando el conocimiento ha aumentado en los últimos 25 años más que en todos los siglos anteriores, este libro antiguo no tiene vigencia. Sin embargo, todos aquellos que leen y aman la Biblia descubren que es relevante para nuestra generación.
-Es en las Sagradas Escrituras donde encontramos las respuestas a las preguntas básicas de la vida: ¿De donde vengo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Adonde voy? ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
La palabra Biblia proviene del vocablo griego biblion, que significa libro: pero la Biblia es más que un libro, o que una colección de libros. Es la revelación escrita de la voluntad de Dios hacia los hombres. Más allá de este libro está el Dios del Libro. La Biblia trata de Dios, y en especial de su Hijo Jesucristo.
MÁS QUE UN LIBRO
La Biblia contiene 66 libros, escritos por 40 autores, abarcando un período de 1.600 años aproximadamente. Los autores eran de todas las condiciones sociales, incluían reyes, campesinos, profetas, pescadores, estadistas, eruditos, un hombre de negocios, un médico y un misionero. Se divide en dos grandes secciones, y el nacimiento de Jesucristo marca la separación.
La primera sección se conoce como el Antiguo Testamento. Esta parte fue escrita casi totalmente en hebreo (a excepción de unos cuantos pasajes en arameo) y se terminó casi 400 años antes del nacimiento de Cristo. El nuevo Testamento se escribió en griego. Todas nuestras Biblias actuales son traducciones de estas lenguas originales.
La palabra testamento significa en realidad alianza o acuerdo. El Antiguo Testamento es un registro de las alianzas que Dios estableció con el hombre, y anuncia la llegada del Hijo de Dios, Jesús el Cristo. El Nuevo Testamento es el registro del cumplimiento de esa alianza a través de Jesucristo.
DE QUIEN TRATA

En el lenguaje de señas que emplean los sordos, la forma de designar a Jesucristo consiste en señalar la palma de cada mano con el dedo índice de la otra, lo cual simboliza las heridas de los clavos en las manos de Jesús.
Para nombrar la Biblia se hace la seña correspondiente a Jesucristo y luego se abren las manos con las palmas hacia arriba, como si fueran un libro. En otras palabras, la Biblia es un libro sobre Jesucristo.
Hace varios años un amigo visitaba Hong Kong y tomó el hidroplano para ir al otro lado de la bahía, hacia la colonia portuguesa de Macao. Allí, sobre una colina que domina el puerto, los portugueses construyeron una enorme catedral. Hace varios siglos, un tifón resultó ser más fuerte que la obra humana, y el enorme edificio de piedra cayó en ruinas. Sin embargo, sigue en pié la fachada de la antigua calle empedrada que bordea el puerto. En lo alto de aquella fachada angulosa, como un reto a los elementos a través de los años, se levanta una cruz de bronce.
En 1825, Sir John Bowering entró con un barco en el puerto de Hong Kong y avistó brevemente esa gran cruz que sobresalía de las ruinas de la vieja catedral de San Pablo. Sir John se conmovió profundamente. Volvió a su cabina, tomó una pluma, la mojó en tinta y escribió estas palabras en su diario:

En la cruz de Cristo me regocijo
Descollando sobre las ruinas del tiempo
Toda la luz de la Historia Sagrada
Se encuentra en torno a su cabeza sublime.


El mensaje central de la Biblia es la cruz de Jesucristo. Todos los libros de la Biblia, o bien anuncian la futura venida de Jesús, o bien recuerdan su obra en el Calvario.
Hay un hermoso relato en el Evangelio de San Lucas acerca de un acontecimiento que tuvo lugar ocho días después del nacimiento de Jesucristo. María y José habían llevado a la pequeña criatura al templo de Jerusalén, para que le hicieran la circuncisión, de acuerdo con la ley judía. Cuando entraron en el templo, los vio un viejo rabino, un hombre santo llamado Simeón que había dedicado su vida al estudio del Antiguo Testamento. Por su lectura de la Biblia, estaba convencido de que el mensaje central del Antiguo Testamento anunciaba la llegada del Mesías, el hijo de Dios. De hecho, el Espíritu Santo le había dicho que no iba a morir hasta que viera al Salvador con sus propios ojos.
Ese día, cuando María y José entraron en el patio del templo con su criatura, algo hizo que el corazón de Simeón diera un vuelco. Corrió hacia la pareja, con lágrimas en los ojos, y preguntó a María si podía sostener al bebé en sus brazos, contemplo el rostro de Jesús; luego, volvió la cara al cielo y oró:
“Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; LUZ DE REVELACION A LOS GENTILES, y gloria de tu pueblo Israel” (San Lucas 2:29-32)
Luego Simeón dijo algo muy significativo: “Este niño está destinado a ser caída y resurgimiento de muchos en Israel y signo de contradicción… para que se revelen los pensamientos de muchos corazones”. Enseguida, mirando en lo más profundo de los tiernos ojos de la joven madre, el anciano dijo: “Y tu misma alma será atravesada por una espada”.
Simeón se refería a las profecías mesiánicas que había leído en el Antiguo Testamento, las profecías que anunciaban la llegada del Hijo de Dios. Sobre todo, se refería a la profecía del Génesis, cuando Dios dijo a la serpiente, Satanás, en el Jardín del Edén: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá la cabeza y tú le herirás en el calcañar”. (Génesis3:15).
También recordó una profecía de Isaías, hacía ya 700 años antes del nacimiento de Cristo:”…También te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la Tierra”. (Isaías 49:6)

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