miércoles, 8 de mayo de 2013

A JUZGAR A LOS VIVOS Y LOS MUERTOS 2 Corintios 5:1-10 5 Nosotros somos como una casa terrenal, como una tienda de campaña no permanente; pero sabemos que si esta tienda se destruye, Dios nos tiene preparada en el cielo una casa eterna, que no ha sido hecha por manos humanas. 2 Por eso suspiramos mientras vivimos en esta casa actual, pues quisiéramos mudarnos ya a nuestra casa celestial; 3 así, aunque seamos despojados de este vestido, no quedaremos desnudos. 4 Mientras vivimos en esta tienda suspiramos afligidos, pues no quisiéramos ser despojados, sino más bien ser revestidos de tal modo que lo mortal quede absorbido por la nueva vida. 5 Y Dios es quien nos ha impulsado a esto, pues nos ha dado el Espíritu Santo como garantía de lo que hemos de recibir. 6 Por eso tenemos siempre confianza. Sabemos que mientras vivamos en este cuerpo estaremos como en el destierro, lejos del Señor. 7 Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe; 8 pero tenemos confianza, y quisiéramos más bien desterrarnos de este cuerpo para ir a vivir con el Señor. 9 Por eso procuramos agradar siempre al Señor, ya sea que sigamos viviendo aquí o que tengamos que irnos. 10 Porque todos tenemos que presentarnos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo. Poco se oye hoy en día sobre el juicio. Solía ser parte importante del mensaje cristiano. Algunos de los sermones más famosos han sido sobre este quemante tema. Parece que ya no se oyen sermones así. De vez en cuando se usaba esto del juicio para asustar a la gente y hacer que entrasen en el reino de Dios. Eso es un error. No es posible entrar en el reino de Dios a causa del miedo. Tampoco puede usted hacer la voluntad de Dios en su vida con ese motivo sino a causa del amor de Dios. El juicio no debe utilizarse como arma para llenar a la gente de temor. Pero el mensaje del juicio es necesario. Anuncia que Dios no es solamente un Padre amante sino un también un Juez severo y justo. Cuando uno toma en serio lo que la Biblia dice sobre el juicio también es posible descubrir algunas cosas sobre la salvación y el perdón. No cabe duda que el creyente genuino puede hallar gran consuelo en la doctrina del juicio final. ¿Cómo? Bueno, basta recordar que quien viene a hacer juicio es exactamente el mismo que sufrió en una cruz bajo la condenación de Dios; nada más ni nada menos. Si creemos y somos salvos, podemos exclamar con tonos de victoria al ver que vendrá ese día del juicio. ¡El que viene es el Cristo que murió y el que resucitó! ¡El viene a saciar nuestra sed de justicia y la de todos que murieron por la causa del evangelio bendito de nuestro Señor Jesucristo! ¡Viene el pagador de Dios con el dinero justito de nuestra labor sea cual fuera! ¡Es nuestro Salvador! ¡Verdadero consuelo!

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