CONOCIENDO A DIOS A TRAVES DE JESUCRISTO: ¿QUE SIGNIFICA ESTAR LLENO DEL ESPIRITU SANTO?

domingo, 27 de abril de 2008

¿QUE SIGNIFICA ESTAR LLENO DEL ESPIRITU SANTO?

En el momento mismo en que volviste a nacer, el Espíritu Santo estableció su morada en tu vida. Sin embargo, no significa que “estés lleno” del Espíritu Santo. Estar lleno del Espíritu significa estar controlado y capacitado. Significa que cuentas con el poder de Dios para cambiar tu vida, en lugar de tratar de hacerlo por tu cuenta (acto que no lograrías de no ser así). La fuerza para vivir es tuya sólo cuando le das preferencia a El y le permites controlar tú vida. No puedes llevar una vida cristiana sólo por tu propia fuerza, por medio de la autodeterminación y autodisciplina. Sólo Jesucristo fue capaz de vivir una vida perfecta; y sólo en la medida en que El viva en ti, a través de Su Espíritu, podrás vivir triunfalmente.
En pocas palabras, estar llenos del Espíritu Santo significa que estamos llenos de Jesucristo.

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NOSOTROS Y LOS DEMAS

Cristo Jesús… se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:5-8)

Un filósofo contemporáneo tuvo esa feroz expresión que habla bien claramente del egoísmo humano: “El infierno… son los demás”. No, el infierno, según la Biblia, no son los demás. Sino más bien el frente a frente con uno mismo y con los propios recuerdos, en una eterna ausencia de Dios. Pero es cierto que a menudo en este mundo el contacto con los demás es una importante fuente de frustraciones, de conflictos interiores o de abiertos antagonismos. Ya se ven en la familia, en la actividad profesional y en todas las esferas de la sociedad… Muchas veces esto se debe a que queremos dar un lugar a nuestro yo en medio de los que nos rodean ¡y no el peor!
¡Qué contraste con la actitud del Señor Jesucristo! El, quien estaba por encima de todo, el creador, se humilló a sí mismo a sí mismo, y en esta tierra constantemente tomó el último lugar.
Nuestro Señor siempre manifestó esas dos cualidades que van a la par: la humildad y el espíritu de servicio. Si seguimos su ejemplo, nuestros contactos con los demás cambiarán de carácter: no sólo no procuraremos imponernos, lo que acarrea nefastas reacciones en los demás, sino que se podrá ver en nosotros algunas semejanzas con Jesús: su mansedumbre, su abnegación y su compasión.
Por encima de todo, la aprobación del Señor quitará toda amargura en un camino difícil y nos llenará de su paz y de su gozo.

COMUNION CON EL PADRE Y CON EL HIJO

Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. (1ª Juan 1:3-4)

Tenemos comunión unos con otros. (1ª Juan 1:7)

¿Quién es el centro de la atención del corazón del Padre? Jesús, su Hijo. A su vez, ¿quién es el centro de la atención del creyente? Jesús, el Hijo de Dios.
Al Padre –quien declara: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17; 17:5) –podemos decirle: “También él es nuestro Amado”. Dios apreció en Cristo todas las perfecciones morales que no halló en la humanidad caída. Y esas mismas perfecciones que descubrimos en el Evangelio (humildad, paciencia, obediencia, abnegación, amor desinteresado) a nuestra vez las apreciamos, deseosos de reproducirlas.
Esa gloriosa persona que llena el corazón del Padre llena el nuestro también. Así tenemos con el Padre, respecto de su Hijo, sentimientos en común.
Pero nuestra comunión también es con el Hijo, respecto de su Padre, quien, por gracia, fue hecho nuestro Padre (Juan 20:17). En Getsemaní oímos a Jesús pronunciar estas palabras: “Abba, Padre” (Marcos 14:36) y tenemos la libertad de decir también: “Abba, Padre” (Romanos 8:15).
Nada es más elevado que esta comunión con el Padre y con el Hijo. Por cierto, nuestros pensamientos nunca se elevarán al nivel de los pensamientos divinos y nuestra apreciación de Cristo y de su obra nunca igualará la del Padre respecto de su Hijo.

LOS EMBALSES

Busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (Ezequiel 22:30)

Serás llamado reparador de portillos (Isaías 58:12)

Día tras día, el personal especializado de los numerosos embalses de suiza controla estos tremendos muros, mayormente de hormigón; pero algunas veces son de piedras y tierra cual grandes diques. La seguridad de todas las personas que viven más abajo está, pues, en juego.
Estos muros. De los cuales algunos sobrepasan los 100 metros de alto y ancho, son perforados de galerías para que se pueda revisar la impermeabilidad y solidez de la obra.
Los guardianes, ayudados con aparatos de medida muy adelantados, vigilan día y noche, siempre listos para dar la alarma o intervenir para reparar el embalse. La ruptura de uno de esos edificios gigantescos produciría una catástrofe mayor, por lo que cada vigilante tiene una gran responsabilidad.
Así ocurre en el campo moral. Más que nunca estamos rodeados de influencias corruptas. Se critica a la Biblia y se menosprecia todos los principios divinos. Se arrastran en el lodo el matrimonio y muchas otras instituciones divinas que se deberían tener en mucha honra. En esta situación Dios busca hombres que se alineen con él.
No se trata de tener un gran conocimiento ni grandes dones, sino ser personalmente firme e intolerante en cuanto al mal que se infiltra. Si con toda simplicidad pero con decisión “no” a todo lo que es opuesto al orden de Dios y damos testimonio de la verdad para nuestro Señor, formaremos parte de los que se ponen por él “en la brecha”.

ERA SU CASA LA QUE ARDIA

Si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. (Salmo 127:1)
¿No habéis pecado vosotros contra el Señor vuestro Dios? (2 Crónicas 28:10)

He aquí lo que ocurrió en una pequeña ciudad inglesa. La sirena anunció un incendio. Tom P., quien tenía el oficio de carnicero y era también bombero voluntario, trabajaba en su negocio. Corrió al cuartel, se puso su chaqueta de cuero, su casco y saltó al primer vehículo que partía para el lugar del siniestro. ¡Cuál fue su sorpresa al verlo detenerse delante de su propia casa, la que él acababa de dejar y cuyo primer piso estaba en llamas!
Contamos esta pequeña historia porque, según nuestro parecer, ella ilustra el comportamiento de muchas personas… y podría ser el suyo.
Quizás esté usted activo en su medio social o en su parroquia. Está siempre dispuesto a ayudar a la gente y contestar cuando se le solicita… Pero, ¿está seguro de que su propia casa no está en peligro? ¿Tiene usted conciencia de que está bajo la amenaza del más terrible desastre, a saber, el juicio de Dios, si no creyó en Jesucristo y no tuvo una relación personal con Dios?
La sirena de alarma suena. “Huya de la ira venidera” (Mateo 3:7). No aguarde un instante más para asegurarse de que está en regla con Dios. Sólo entonces podrá usted preocuparse por el verdadero bien de los demás.

UNA CARGA BIENHECHORA

Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación. (Salmo 68:19)
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12)

Ciertas tribus de Arabia tienen la costumbre de colocar una pesada piedra sobre la corona de hojas de las jóvenes palmeras para impedir que el árbol crezca excesivamente. Por ello el tronco se pone más grueso, la madera más dura y los frutos crecen más abundantes.
En esto tenemos una hermosa ilustración de la meta que Dios persigue al permitir las pruebas del creyente. La carga no le aplasta; al contrario tal como ocurre con esas jóvenes plantas, el peso contribuye a afirmarle y fortalecerle. Antes que buscar sustraerse a toda costa a las pruebas y a las dificultades. ¿No vale más atravesarlas con el Señor, pidiéndole fuerza y paciencia para soportarlas? En efecto, sólo existen dos maneras de abordar la prueba: solo, contando únicamente con las propias fuerzas, o con el Señor y las fuerzas que él nos da.
A menudo la prueba enviada por el Señor es muy útil para el bien de nuestro ser interior. Por medio de ella nos hacemos más fuertes, más capaces de resistir a malas influencias. ¿De dónde viene esa acrecentada capacidad? De las relaciones más estrechas experimentadas con el Señor en esas circunstancias. Entonces podremos comprobar que la prueba de nuestra fe es “más preciosa que el oro” que perece, porque ella resulta ser para gloria de Dios.

EL HIJO AMADO

(Cristo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación… el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Colosenses 1:15-18)

Al seguir en los evangelios el camino de aquel que fue “despreciado y desechado entre los muertos” (Isaías 53:3), al creyente le gusta detenerse en los dos momentos en que el cielo se abrió sobre el Hijo amado para hacer oír la voz del Padre: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17; 17:5).
Hele aquí en medio de pecadores arrepentidos que vienen al Jordán para ser bautizados por Juan el Bautista. Aunque él mismo no tiene pecado. Jesús se reúne con ellos en una perfecta humildad. Pero Dios no quiere que su santo Hijo pueda ser confundido Con los pecadores, por más que estén arrepentidos, y entonces hace oír su voz.
Más tarde, en el monte de la transfiguración, Jesús no se halla en medio de la multitud de pescadores, sino en compañía de dos hombres especialmente honrados: Moisés, el gran legislador, y Elías, el gran profeta. Hace mucho tiempo que han dejado la escena terrenal, pero aparecen en el monte y los discípulos los reconocen. Por más importantes que sean esos personajes, Jesús es infinitamente más grande que ellos, quienes fueron sus siervos, en tanto que Jesús es el Hijo, y está a punto de cumplir una obra extraordinaria: la de dar su vida para salvación de los hombres. Su muerte es el tema de su conversación. Entonces el cielo se abre y Dios recuerda que Éste es su Hijo amado.
¿Quién es para usted este Jesús muy amado del Padre?

NO, LA FELICIDAD NO SE VENDE

La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. (1 Timoteo 4:8)
El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. (Apocalipsis 22:17)

Un presidente de una importante cadena de supermercados, interrogado por reporteros acerca de su política y de sus proyectos, los explicó de la siguiente manera: “Es necesario que merezcamos la confianza de nuestros clientes… Peleo por la felicidad de la gente que viene a mi negocio y por eso quiero ofrecerle nuevos servicios que van desde un lugar de oración hasta un consultorio médico… Comprar, consumir, encontrarse, educarse, cuidarse, orar, éstas son las necesidades a las cuales quiero responder… Quiero monetizar la felicidad, comercializarla”.
A pesar de la insólita introducción de la oración en esta lista de productos consumibles, ¡qué desesperante materialismo! Pretender vender o comprar la felicidad es confundirla con su burda imitación –lo que viene a ser ciertas comodidades- y desconocer las necesidades del corazón humano.
El hombre tiene sed de paz interior y por eso necesita certidumbres que nadie puede venderle en la tierra. Sólo Jesús puede dar la verdadera felicidad, y ésta es gratuita. No se halla bajo forma de condiciones de vida más favorables: éstas sólo traen un equilibrio frágil, temporario y a menudo cuestionable. Es necesario confesar ese estado de permanente insatisfacción, de oposición más o menos consciente respecto a Dios, y volverse hacia la cruz. Allí es donde Jesús murió, tomando nuestro lugar bajo el juicio de Dios para pagar el precio de nuestra felicidad presente y eterna.

NO LE SIGA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
(Juan 6:68)
Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. (Salmo 16:4)

¿Conoce usted la fábula alemana del flautista que había liberado a la ciudad de Hameln de sus legiones de ratas y, como no había recibido la recompensa prometida, reunió y llevó tras sí a todos los niños de la ciudad, siempre por el efecto de la flauta encantada?
El diablo es como ese mago de la leyenda, hábil para encantar a la juventud. Los jóvenes, influenciables para el bien cuando tienen buenos ejemplos ante ellos, lo son igualmente para el mal. El entusiasmo colectivo suscitado por los “ídolos” de la música, la moda “punk”, la ausencia moral, a veces la droga, son muchas de las formas que toma esa suerte de anestesia colectiva. Satanás conoce los resortes del corazón; su flauta mágica toca las tonadas a la moda, y la manada sigue pasivamente a aquel que la conduce a la perdición. Y cuanto más grande es el rebaño de los adeptos, tanta menos conciencia tienen éstos acerca del peligro que corren.
Otra leyenda antigua es la de Ulises y sus compañeros al navegar por el lugar en que cantaban las temibles sirenas. El héroe, quien ordenó a sus marineros que se taparan los oídos y se hizo atar al mástil del navío, ilustra, si se quiere, la prudencia que aun “los hijos de este siglo” saben manifestar en presencia de reconocidos peligros (Lucas 16:8). Éstas no son más que leyendas, aunque no estén exentas de sabiduría humana. En cambio, el poder del diablo es una realidad de cada instante.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿Porque Juan fue considerado por cristo como el mas grande de los que nacieron de mujer?
»De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el BautistaMT 11,11.

Mejor Respuesta - Elegida por votación

Imaginémonos un poquilito en la responsabilidad y privilegio que tuvo Juan al tener que BAUTIZAR al Señor de Señores y Rey de Reyes..., algunos podrían entender y no estarían muy errados de que fue como el pastor de Jesús..., vale? esto fue un suceso trascendental en toda la historia pero que encierra una lección de grandeza y humildad en el servicio a Dios que va más allá de los entendimientos humanos y lo que es más de las atribuciones que designa EL gran Dios a un hombrecito nacido de mujer o sea natural.

BIENVENIDOS!

Se puede conocer a Dios de incontables formas, a mi particularmente me pareció que cuando EL me habló se trataba de un ser extraterrestre! obviamente que se trata de eso, a muchos se les ha manifestado a través de muchas formas..., pero el sigue siendo el mismo Dios de Amor y misericordia! Esto para mí fué un principio, ya que luego tuve que tomar en mis manos El Libro de Dios y seguir conociéndolo hasta llegar a Luz que es Jesucristo su hijo amado! tambien reunirme con cristianos con los que nos alentabamos unos a otros en el conocimiento de Dios, pero todos esos caminos que se dice comunmente que conducen a Dios desembocan en un solo camino: Jesucristo, El dijo: nadie viene al padre sino es por mí! Nadie puede conocer a Dios sino es través de Jesucristo...!de su estilo de vida mostrado acá en la tierra.