jueves, 1 de mayo de 2008

¿COMO PODRE ESTAR LLENO DEL ESPIRITU SANTO?

Hace varios años alguien visitó una de esas enormes represas hidroeléctricas, situada sobre el río Columbia en el Estado de Washington. Había oído hablar de turbinas y generadores, pero, por alguna razón, siempre había creído que el agua que pasaba rugiendo por encima del vertedero proporcionaba la fuerza para esas represas. Jamás se me ocurrió que la verdadera fuerza no provenía de la espuma que pasaba por encima, sino que producía en máquinas ocultas mucho más abajo.
Un ascensor llevó al grupo visitante dentro de las misteriosas entrañas de la represa. Al abrirse las puertas, se encontraron en una sala enorme, tan larga como ancha era la presa, en la que había más energía que la que este hombre jamás hubiera imaginado. Un zumbido profundo llenaba la sala inmaculada, en cuyo cielo raso de divisaban grúas enormes, que se deslizaban sobre rieles. El aire en sí vibraba de energía. ¿De donde provenía? Su origen no era el agua que caía sobre el vertedero, a más de cien metros por encima del contingente; ni tampoco las gigantescas turbinas, ancladas en el piso. Eran los millones de kilos de presión hidráulica en el lago. Al pasar el agua por las pesadas turbinas, generaba suficiente energía para suministrar fuerza eléctrica a la mitad del Estado de Washington, y parte de Oregón.
Así también se mueve el Espíritu Santo por la “turbina espiritual” del creyente, para crear una fuerza increíble.
Estar lleno del Espíritu implica renunciar por completo a la propia voluntad, sin reservas, y entregarse a la voluntad de Dios. No es un acontecimiento, sino un proceso continuo. San Pablo escribió a sus amigos en Efesios: “Sed llenos del Espíritu”. (Efesios 5:18)
Quiere decir que estemos constantemente llenos del Espíritu. Lo que está diciendo es: “Llenaos, llenas y llenaos del Espíritu Santo”.
¿Por qué necesitamos estar constantemente llenos del Espíritu? Pues bien, por su parte, porque con frecuencia retomamos el control de nuestra vida, que ya habíamos cedido a El. Decidimos que queremos ser nuestro propio dueño y tomar nuestras propias decisiones. Cuando actuamos así, el Espíritu Santo se aflige, es decir, se interrumpe el flujo de su fuerza a través de nosotros. Para restaurar esta fuerza, tenemos que convenir con Dios en que hemos pecado, y una vez más debemos ceder el control de nuestra vida al Espíritu.
El doctor Bill Bright se refiere a esta experiencia como la “respiración espiritual”. Un bebé toma su primera aspiración poco después de nacer, pero moriría pronto si no siguiera respirando. De la misma manera, San Pablo nos dice que debemos estar constantemente llenos del Espíritu Santo. La respiración espiritual significa exhalar todo aquello que impide o “aflige” al Espíritu Santo, e inhalar constantemente la fuerza del Espíritu Santo. Primero exhalamos aire puro; luego inhalamos aire puro.
Si quieres estar lleno del Espíritu Santo, necesitas exhalar las impurezas del pecado que hay en tu vida. Esto se conoce como la confesión: Ponerse de acuerdo con Dios en que has pecado, en que has ejercido control indebido sobre algún aspecto de tu vida, y que ahora exhalas esa impureza. Luego, inmediatamente, dale gracias a Dios por perdonar tu pecado, y una vez más cédele el control de tu vida.
Seguramente querrás hacer de la “respiración espiritual” una parte constante de tu vida, de manera que puedas vivir cada día lleno de la maravillosa fuerza del Espíritu Santo.
Es posible que hasta este momento, el Espíritu Santo haya sido tan solo un “invitado” en tu vida. (Recuerda que vino para vivir en ti en el momento mismo en que te convertiste en cristiano) Sin embargo, desea ser más que un invitado. Quiere ser Amo de tu hogar. Desea tener acceso completo a la biblioteca de tu mente, al comedor de tus apetitos, al salón de tus relaciones, y a la sala de juegos de tu vida social. Quiere que lo lleves a los cuartitos ocultos donde has participado en actividades quizás vergonzosas. En resumen: El quiere estar a cargo de tu vida.
Suena como una renuncia de gran trascendencia: ¡Y lo es! Pero, a cambio de entregarle tu vida, el Espíritu Santo te llena de una fuerza sobrenatural contra el pecado. Te introduce a una vida abundante, plena de significado, de amor, de alegría, de paz, de paciencia y de bondad indescriptibles que sólo puede ser resultado de la completa entrega de tu voluntad a Dios.
¿Quieres estar lleno del Espíritu Santo? No tienes que buscarlo, ni esperarlo. El ya vive dentro de ti, en espera de que le permitas controlar tu vida. Si éste es el deseo de tu corazón, simplemente dile a Dios que deseas que te llene del Espíritu Santo, acepta su fuerza por medio de la fe, y empieza a darle gracias. Toda la fuerza del Cielo es tuya a medida que comienzas a vivir tu vida en la plenitud del Espíritu Santo.

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