viernes, 13 de junio de 2014

¿DE DONDE NO HAY QUE COMER?

Mandó Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Génesis 2:16-17 DEL ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL (Lea Génesis 2:8-17) Adán podía comer de todos los frutos del huerto de Edén, pero sólo uno le había sido prohibido bajo pena de muerte: el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. ¿Por qué existía esta prohibición, este límite que no debía traspasar, esta puesta a prueba del hombre que, como criatura, debe obedecer a su Creador? Porque para el hombre, comer del árbol de la ciencia del bien y del mal sería pretender determinar soberanamente lo que está bien o mal. Ante tal abundancia de frutos, ¿por qué quiso precisamente el que estaba prohibido? En realidad significaba poner en duda el amor de su Creador, desafiar Su palabra, oponer la voluntad del hombre a la de Dios. Significaba no aceptar su lugar de criatura, salir de los límites fijados por Dios para la felicidad del ser humano. Muchas personas hoy en día quieren hacer de sus deseos o de sus opiniones su referencia moral. El bien les parece frustrante y hace que se sientan incómodos con respecto a sus pensamientos y a sus actos, pues prefieren “gozar de los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Entonces podemos preguntarnos: ¿Cuál será mi decisión? ¿Elegiré vivir sin tener en cuenta a Dios y su Palabra, incluso si el mal me ata y me lleva hacia la muerte eterna? O más bien, ¿confiaré en Dios y hallaré en él la vida, una vida en abundancia?

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