domingo, 8 de junio de 2014

JUEZ Y ABOGADO

(Jesús) nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. Hechos 10:42 Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 1 Juan 2:1 El hombre quisiera contar con Jesucristo como defensor de su causa el día del juicio; pero esto no es lo que la Biblia dice. El juicio final consistirá simplemente en la aplicación de una pena, pues el veredicto ya fue pronunciado: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él (en el hombre) cosa sana” (Isaías 1:6), o también: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Por lo tanto, todos los hombres son culpables debido a sus pecados, y la sentencia de muerte fue pronunciada. Pero la aplicación de la pena fue suspendida, pues Dios es amor y no quiere la muerte del pecador. Dio a su propio Hijo, no para defendernos, pues éramos indefendibles, sino para que sufriese en nuestro lugar el juicio que merecíamos. Él, el único justo, murió en la cruz por los injustos. Los que confiesan sus pecados y depositan su confianza en él no son personas inocentes, sino personas culpables pero indultadas (Juan 5:24). En cuanto a los que rechazan esta gracia, tendrán como juez a aquel que todavía hoy desea ser su Salvador. Actualmente Jesús desempeña el papel de abogado, pero solamente a favor de los creyentes. Pasó por la muerte para obtener nuestra salvación, resucitó y volvió al cielo. Su presencia a la diestra de Dios es la prueba de que todos nuestros pecados han sido perdonados; demuestra que todo fue pagado una vez por todas en la cruz del Calvario. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

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