sábado, 10 de mayo de 2008

JESUCRISTO ES EL SEÑOR DE MI VIDA

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
El cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humillo a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
JESUCRISTO ES EL SEÑOR, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:5-11)

Algunos estudiosos de la Biblia señalan la probabilidad de que este pasaje haya sido una antigua canción entonada en las reuniones de la iglesia primitiva. No se sabe si la misma fue tomada de la Epístola o si Pablo, al escribirla, la incluyó o parafraseó en su carta. Pero de todos modos, allí está, y por lo tanto es revelación de Dios para nosotros.
Dentro del pasaje, el versículo 11 es central: toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. La palabra clave es: SEÑOR. Tenemos, pues, un pasaje base, un texto central y una palabra clave. Todo lo que tratemos en adelante girará en torno a esta palabra clave. Para entenderla bien, debemos comprender el texto, ubicándolo dentro del pasaje.

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