miércoles, 14 de mayo de 2008

SE HUMILLO A SI MISMO

Examinemos primero el pasaje. Haya en vosotros –dice Pablo- este sentir que hubo también en Cristo. Luego, procede a describir el sentir de Cristo: el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Cristo, antes de nacer, ya existía en forma de Dios. El era y es Dios. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, afirma Juan (1Jn.1:1). Cristo, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como posición a la que aferrarse, sino que se despojó, se desprendió de su condición de Dios y al hacerlo vino al mundo como hombre, en la condición de hombre. Dios el ser supremo de todo el universo, el Creador tomó forma de ser creado. Este sentir que hubo en Cristo, es el que debe haber en nosotros.
Existen seres creados superiores e inferiores a nosotros. Como hombres, todos deseamos superarnos, evolucionar, subir; nadie busca descender. La siguiente pregunta te ayudará a entender el sentir que hubo en Cristo: ¿Quisieras dejar de ser lo que eres, para transformarte en un perro? Tu reacción inmediata sería: -¡Por favor! ¡Yo soy hombre!
¿Sabes lo que está ocurriendo en ti en este instante? Te estás aferrando a tu condición; no quieres desprenderte de lo que eres. Pero tengo una pregunta más: ¿Quisieras ser una hormiga? La reacción es mayor porque hay que descender aun más.
Dios se hizo hombre. Su salto de humillación haciéndose hombre es mayor que el del hombre volviéndose hormiga, porque finalmente, hombre y hormiga son seres creados, mientras que en su caso, el creador debió hacerse criatura y descender, humillarse y venir a esta tierra.
Estando en esta condición. El podía haber dicho: -¡Atención! Soy hombre… pero también soy Dios. He venido para que me sirvan; así que, todos, ¡a servirme!
Pero El no vino para ser servido, sino para servir. Estando entre los hombres como hombre, aún se humilló entre ellos para tomar la forma de siervo. Toda su vida fue de servicio. En el aposento alto tomó la toalla y el lebrillo y se arrodilló para lavar los pies sucios de sus discípulos. Esa tarea, que correspondía al esclavo mas indigno, la hizo El, porque descendió para servir.
Siendo Dios, se hizo hombre; siendo hombre se hizo siervo. Pero aún hay otro escalón en este descenso de Cristo: siendo siervo, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte; y no cualquier muerte, sino muerte de cruz. Cristo descendió al lugar más bajo, porque no hay en el universo un sitio peor que aquel donde se recibe la maldición divina. En efecto, el cargó en el Calvario la maldición sobre sí; fue hecho pecado por nosotros. El ser más alto del universo descendió hasta el lugar más bajo. ¡Todos nuestros infiernos cayeron sobre el Hijo de Dios en aquella cruz!

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