viernes, 8 de agosto de 2008

PARA LOS HIJOS

El tercer principio está dirigido a los hijos. Hablemos primero a los que tienen que sujetarse, a los hijos que viven todavía bajo el techo paterno.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque eso agrada al Señor (Es una orden: ¡Obedeced!). Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa (Efesios 6:1,2).
Hijo, si Cristo reina en tu vida, si El es tu Señor, tienes que obedecer a tus padres. El espíritu que reina en el mundo es de rebeldía, desprecio, menoscabo, de los hijos contra sus padres.
Por eso, hijo, obedece a tu padre. Este es el principio del reino de Dios para ti. Pero tu obediencia no debe resultarte algo enojoso; no puedes decir: “Bueno, si no queda otra alternativa, voy a obedecer…” De ninguna manera. Si tu padre te pide algo, no puedes obedecer de mala gana. El mandamiento habla de obedecer y honrar a tu padre y a tu madre. No solo obedecer, sino también honrar. Honrar significa reverenciar, respetar. Tenemos que dar especial honra a nuestros padres. No es cuestión de cumplir fríamente lo que dicen, y quejarnos por dentro. Hay que obedecer con gusto, con amor, con respeto. Honra, pues, a tu madre y a tu madre.
Vamos a transformar nuestras casas; vamos a obedecer a nuestros padres; vamos a hacer lo que nos digan. Aunque sean injustos; aunque a veces nos den orden equivocada. ¡No importa! Es preferible que algunas cosas no salgan demasiado bien, pero que Cristo reine, y no que se haga lo que nosotros queremos, aunque tengamos razón, y que Cristo reine. Hijos, honrad a vuestros padres.

No hay comentarios: