lunes, 11 de agosto de 2008

PARA LOS PADRES

El cuarto principio está dirigido a los padres.
Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4)
Padres, si vamos a vivir el reino de Dios en nuestros hogares, este es el mandamiento del Rey para nosotros. Dice el texto: “en la disciplina y amonestación del Señor”. Sí. Enseñándoles y corrigiéndoles. Mostrándoles el camino a seguir. No siendo blandos y tolerantes con sus caprichos. Ellos actúan así porque son niños y no saben en realidad lo que deben hacer. Es nuestra responsabilidad enseñarles, guiarles y corregirles. Si das una orden a tu hijo, haz que la cumpla. Aunque te tome tiempo y te requiera paciencia
-Hijo, lustra tus zapatos.
-Sí, ya voy –responde él, pero no lo hace.
No puedes repetir varias veces la orden hasta que, finalmente, cansado, los lustras tú. ¡No! Debes mantener la orden hasta que haga lo que le pides. Tu hijo debe saber que quien decide, quien manda, eres tú.
-Papá, ¿puedo ir a casa de Martita?
-No, porque está lloviendo.
-Sí papá, déjame. Llueve muy poco…
Y así insiste hasta que tú, por cansancio, la dejas. Entonces la niña descubre que ella puede manejar la situación. No debe ser así. Debes mostrarte firme. Que tu sí sea sí y tu no, no. Si tienes una buena razón para no dejar hacer algo a tu hijo, no cedas. Y si no la tienes, pues no le digas arbitrariamente que no, si luego vas a permitirle hacerlo. Piensa dos veces tus respuestas.
El principio del reino de Dios para los padres es éste: Si Cristo reina en tu hogar, debes criar a tus hijos “en disciplina y amonestación del Señor”.
Enseña, exhorta, corrige a tu hijo. Pero ten cuidado de no abusar de tu autoridad. El Señor también dice: …no provoquéis a ira a vuestros hijos. No seas rígido e intransigente en lo que no corresponde. Esto produce ira y rebelión. No des órdenes sin sentido. No implantes un régimen de severidad inflexible en tu hogar. Tu función es enseñar a tu hijo a vivir, darle una guía que le ayude a desarrollar su personalidad y luego valerse por sí mismo, y no aplastarle y subyugarle hasta hacer de él un rebelde o un ser temeroso, incapaz de enfrentar la vida.
¿Cristo reina en tu vida? Cría, entonces, a tu hijo en la disciplina y amonestación del Señor, pero sin provocarle a ira.
Dios va a transformar a nuestros hogares en la medida en que vivamos estos cuatro principios fundamentales del Señor. Esposos, esposas, padres, hijos, sujetémonos al Señor. Recibamos su mandamiento para vivirlo. Comencemos a practicar estos cuatro principios. ¡Cristo reinará en nuestros hogares!



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