martes, 30 de septiembre de 2008

TRANSFORMACION RADICAL

Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2Corintios 5:17)

Os es necesario nacer de nuevo. (Juan 3:7)

Para ilustrar algunas de sus predicaciones, a cierto creyente le gustaba tomar como ejemplo la constitución química del azúcar. Sus componentes son el oxígeno y el hidrógeno, ambos incoloros y sin sabor, combinados con carbón negro e insípido. El resultado de esa combinación es el azúcar banco. No hay nada en común entre los elementos originarios y el producto final.
Es una imagen de la transformación todavía más radical que Dios quiere traer a nuestra existencia, la que quizá nos parece apagada inútil y estéril, para hacer de ella un huerto fértil que produce abundantes frutos para su gloria. Para eso, basta confiarle nuestra vida. Si aceptamos a Jesús como Salvador, él se hará cargo de nuestra existencia.
Con toda seguridad podemos confiar en el Señor Jesús. Murió en la cruz para salvarnos; vive en el cielo para guardarnos. Como Dios con su sol y su lluvia transforma el bulbo sin atractivo hundido en tierra negra en una magnifica azucena blanca y perfumada, asimismo quiere apoderarse de nuestra vida y hacer surgir de ella lo que llenará su corazón de gozo.
Si tratamos de organizar nuestra propia vida, sólo resultará el desastre y el fracaso. Sólo aquel que nos creó puede lograrlo. Sólo aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos puede hacer de nosotros una nueva criatura y conducirnos con éxito por el camino de la bendición.

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