martes, 30 de septiembre de 2008

LA NATURALEZA DE LA UNIDAD

Prescindiendo del lugar en que usted se encuentre dentro de esa amplia gama de posiciones relacionadas con el Espíritu Santo, no cabe duda de que estará de acuerdo en admitir que no hay nada fuera de la Iglesia de hoy en día que haya causado más la desunión del pueblo de Dios que este asunto de los dones espirituales.
Muy a menudo, comunidades enteras de creyentes se dividen por no ponerse de acuerdo sobre los dones del Espíritu, o dos individuos que durante mucho tiempo han estado íntimamente unidos por los lazos de Cristo, ya no pueden tener comunión con El en completa unidad e intimidad, porque uno de ellos recibe una manifestación del Espíritu con la que el otro no está de acuerdo. Es trágico ver cómo Satanás se ha dedicado a dividirnos precisamente en aquellas cosas que Dios nos dio para permanecer unidos, porque el Espíritu Santo fue dado al Cuerpo de Cristo para hacernos uno, para darnos la unidad.
HABLAR O NO HABLAR: HE AQUÍ EL DILEMA
Una joven de algo más de veinte años, y que hacía poco que era cristiana, hizo recientemente una solicitud para trabajar en una organización cristiana. Durante la entrevista le preguntaron: “¿Qué piensa usted sobre las lenguas?”
“¿Sobre las qué?”, respondió.
“Lenguas”, replicó el que preguntaba.
“No creo que haya oído hablar de eso –dijo la joven honestamente-. ¿Qué es eso de las lenguas?”
“Pues es un fenómeno que ocurrió por primera vez el día de Pentecostés, según Hechos capítulo dos, cuando los cristianos fueron llenos del Espíritu Santo y recibieron la habilidad de pronunciar palabras en idiomas que nunca habían aprendido. También en los Evangelios se habla de esto, pero sobre todo en Hechos y 1ª Corintios. La razón por la que hacemos esta pregunta es a causa del lío que hay sobre este asunto.”
“Bueno –dijo la solicitante, pensando de nuevo en la pregunta original-, si está en la Biblia, tengo que estar de acuerdo; una cosa que he aprendido desde que creí en Jesucristo como mi Salvador, es que puedo depender y fiarme de la Palabra de Dios.”
“Nuestra política –dijo el que preguntaba- es que los quieran trabajar con nosotros, deben primero estar de acuerdo en no hablar en lenguas.”
“Pero ¿por qué, si está en la Biblia?”, preguntó la chica.
“Bueno, pues verá, es que…”
Y así continuó la conversación y al final la solicitud fue rechazada.
Por otra parte, a otro amigo, encendido por el fuego del Espíritu, le propusieron enseñar las Escrituras periódicamente a grandes grupos de cristianos que creían en los dones del Espíritu Santo y los practicaban. Cada vez que enseñaba, la gente se agolpaba para escucharle a causa de la claridad y autoridad que exhibía al presentar la Palabra de Dios.
Los creyentes fueron creciendo firmemente en el Señor y muchas personas nuevas fueron alcanzadas por Cristo.
Pero entonces corrió la voz de que, aunque este hombre creía de todo corazón en la obra completa del Espíritu Santo, nunca había experimentado el don de lenguas. Y así fue como a partir de entonces ya no se prepararon mas sesiones para tal hermano. Y el pueblo de Dios preguntó: “Pero ¿por qué?”
SIGNOS DE PROGRESO

No hace mucho cierto ministro se encontraba comiendo en las oficinas centrales de Billy Graham, en Minneapolis, con varios miembros del personal de oficinas. De repente, la conversación giró hacia el poder de sanidad de Dios. Dos de aquellos hombres refirieron cómo habían visto a Dios curar personas a quienes conocían y amaban. Todos fueron fortalecidos al oír estas experiencias tan fascinantes, y una gran risa surgió espontáneamente cuando alguien comentó: ¿No es irónico que estemos aquí, en el cuartel general de Billy Graham, alabando a Dios por las curaciones por fe, mientras Oral Roberts se pasa todos los domingos discutiendo la salvación personal por televisión?
Como ven, donde quiero ir es que más y más hijos de Dios están regresando a la sinceridad en el Espíritu. Sin dejar de lado la persuasión personal, los creyentes están empezando a decir: Tiene que haber algo más en qué ocuparnos en el Reino de Dios que pelearnos; por el amor de Dios, dejemos de luchar entre nosotros y juntemos nuestra artillería para luchar contra el dominio de las tinieblas, en vez de gastar nuestro celo en hacernos pedazos unos a otros.
UNIDAD Y COMPROMISO

Pero lo que nos retiene a muchos es que no queremos comprometernos. Hemos tenido algunas experiencias con el Señor y hemos aprendido algunas verdades de su Palabra y no las podemos olvidar, pues ya forman parte de nosotros. Verdaderamente queremos la unidad, unidad dentro del cuerpo, pero ¿somos verdaderos con nosotros mismos?
Hace un tiempo alguien estuvo en el noroeste del Pacífico y allí se encontró con un buen amigo en Cristo, quien iba a visitar varias ciudades de Alaska. Su tarea era allí hablar a un grupo de cristianos, y quería que conociesen a Robin, así que se los presentó.
Les dijo: Está aquí de paso esta noche, camino de King Salmon, Alaska, donde trabaja en la instalación de un radar como oficial de la fuerza aérea. Cuando se graduó en la universidad lo nombraron segundo teniente, y el año pasado sirvió en Texas.
Entonces, volviéndose a su amigo, le dijo: Rob, ¿por qué no nos explicas en unos minutos cómo llegaste a conocer a Jesucristo? Y quizá también puedas decirles algo de lo que el Señor ha hecho mientras servías en la fuerza aérea. Rob captó la idea inmediatamente, pero de repente pensó que había olvidado que se encontraban ante un grupo de pacifistas que habían sentido una entrega sincera a Cristo, junto con la abstinencia del servicio militar, y he aquí que estaba presentando a su amigo con unas credenciales de la fuerza aérea.
En el amor y la transparencia que sólo el Espíritu Santo puede dar, el hermano en la fe habló de su caminar con Cristo, y contó un par de incidentes por los que unos hombres se habían convertido a Cristo en la base de Texas.
Pero de vuelta en el motel por la noche, Robín le recriminó por su metedura de pata y este hermano no supo donde meterse de lo abochornado que estaba, porque si había aprendido del Señor alguna cosa recientemente, era precisamente la de no poner obstáculos a la fe de los demás. Le pidió perdón a Robín y le preguntó que pensaba que podía hacer el con relación al grupo pacifista al cual había ofendido.
No creo que puedas hacer algo más –dijo-. Fue maravilloso; cuando termine de hablar, un muchacho se me acercó para pedirme excusas. Dijo que cuando tú me presentaste, al ver mi traje decidió que al terminar me tomaría aparte y me diría que un no Pentecostal, y por añadidura militar, no puede ser cristiano; pero después de escucharme, se sentía obligado a decirme que me amaba en el Señor.
Robin y este hermano hablaron hasta muy tarde sobre el impacto de los comentarios de aquel joven, y pensó la cantidad de disputas que se hubiesen podido evitar en el pasado de haber reaccionado igual que aquel joven. Y pensó también las veces en las que debería haber permanecido en la unidad del Espíritu y no lo había hecho, y al fin llegaron a la conclusión los dos de que si una actitud así limpiase el cuerpo de Cristo durante unos cuantos años, nadie podría decir de qué manera tan poderosa iba a unir a su pueblo el Espíritu de Dios.
Supongo que a veces vemos la unidad y el compromiso como cosas sinónimas, pero no lo son. Porque dudo seriamente que el hermano que habló con Robin aquella noche haya cambiado algo sus ideas sobre la participación de los cristianos en el servicio militar, y, por otra parte, sabemos que Robin todavía está en la fuerza aérea. Aquellos dos hombres no llegaron a ningún compromiso de sus creencias en absoluto, pero los dos son uno en Jesucristo. Están unidos por el señorío de Jesucristo; aunque tengan, por lo menos, una convicción diferente de lo que ese señorío significa.
Una de las características de la unidad cristiana consiste en que para hacer desaparecer las divergencias entre las personas o las facciones, debe ser el amor el que dirija todas las relaciones, o al menos sirve para que exista una coexistencia pacífica; el éxito está siempre asegurado cuando una de las partes está dispuesta, y nosotros, en Cristo, tenemos una tremenda ventaja porque ya somos uno en El, y ése es precisamente nuestro estado natural como creyentes, lo cual explica lo que Pablo dijo en Efesios 4:3 “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”
LA TAREA QUE TENEMOS POR DELANTE

La reforma del siglo XVI nos sacó de la muerte teológica de la Edad Media, y algunos puntos doctrinales que habían sido maleados fueron enderezados, pero ¿podrá salvarnos la obra actual del Espíritu Santo de la muerte existencial de la Edad Media y de la que nunca se salió del todo desde el tiempo de la Reforma?
Yo no puedo dejar de creer que la última gran tarea que Jesucristo quiere llevar a cabo con su pueblo es unirnos para que seamos una unidad funcional. En efecto, esto fue lo que Pablo predijo cuando en Efesios 5:27 dice: “… a fin de presentársela a sí mismo (a Jesús) una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
Jesucristo no volverá para tomar consigo una novia fea y rencillosa; El desea algo santo y sin mancha. Su oración por la Iglesia fue “para que todos sean uno” (Juan 17:21); así que El tiene ese trabajo en sus manos y no acabará el proceso hasta que todo esté completado. Vivimos en la época cuando el cuerpo de Cristo tiene que juntarse; y éste es el tema número uno, y la tarea ya ha comenzado. Para despertar y unir el Cuerpo de Cristo, Dios manda su Espíritu sobre los hombres, y como lo hizo en tiempos pasados, también lo está haciendo hoy en día.

DEMOS UNA OJEADA A ESTE LIBRO
Seguramente que usted no estará de acuerdo con todas las cosas que decimos en este blog, aunque creo que estará de acuerdo con nuestra conclusión, pero no a todas las cosas dirá que sí, y este hecho –el de que usted no esté en todo de acuerdo- ya es formidable, porque de lo que se trata es de ir juntos al Señor Jesucristo y no desparramar la obra que el Espíritu Santo ha hecho hasta ahora entre nosotros. Por mi parte, le prometo una cosa: no pienso ponerle ninguna trampa religiosa; ningún partido, sección o individuo saldrá victorioso, porque el pedestal para el ganador sólo es para Cristo y para todos los que le siguen.
En las próximas tres entradas trataremos de estudias el cómo surgieron y todavía surgen las actitudes sectarias de aquellos que dicen: “Nosotros tenemos razón y vosotros no.” Para algunos, estas entradas serán más de tipo educacional que de inspiración, e incluso habrá secciones que le gustaría leerlas superficialmente o pasar por encima de ellas, pero me parece que el hecho de estudiar lo que ocurre dentro de algunas secciones del Cuerpo de Cristo, sirve para que el futuro evitemos los problemas que hoy existen.
Las últimas entradas van a tratar de las grandes cosas que Dios está haciendo en estos momentos con su pueblo, y relacionaremos todos estos acontecimientos con los conceptos de amor y unidad entre los creyentes, que tanto anhelamos.
Aquí se trata de enfrentarnos con el problema más importante de este siglo relacionado con el Cuerpo de Cristo, y si usted está familiarizado con los debates sobre el bautismo del Espíritu Santo, el hablar en lenguas y otras manifestaciones carismáticas, sabrá a que me refiero. Y si, por otra parte, no tiene mucha idea de esto, preste entonces atención, porque lo que no puede continuar es la división existente, la cual es un ardid del adversario que ya no se puede ignorar como el que esconde algo debajo de una alfombra.

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