domingo, 7 de septiembre de 2014

COMO SACERDOTES DEL ALTÍSIMO DEBEMOS INTERCEDER POR TODAS LAS PERSONAS

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia. Efesios 6:18 Hermanos, orad por nosotros. 1 Tesalonicenses 5:25 «Por favor, oren por mí», pedía a menudo una mujer a sus vecinos cuando iban a una reunión cristiana. Ella sabía que sus amigos creyentes no la olvidaban. Los cristianos tenemos el privilegio de dirigirnos a Dios mediante peticiones, súplicas y acciones de gracias (Filipenses 4:6), “con toda oración” (Efesios 6:18). Orar por “todos los hombres”, ¿no es acaso uno de nuestros primeros deberes hacia ellos? Esto es “bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:1-4). Nosotros que tenemos el gozo de conocer a Dios como un Padre que nos ama y responde a nuestras necesidades, oremos más por nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo… Pensemos igualmente en las autoridades de nuestro país. Gracias a su protección podemos vivir “quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:2). Padres cristianos, oremos por nuestros hijos, para que ellos también descubran la verdad y reciban la vida eterna mediante una fe personal en el Señor Jesucristo. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Oremos para que sean guardados, al igual que nosotros mismos, de todas las malas influencias que están en el mundo. Oremos asimismo por todos los que anuncian el Evangelio. Ellos encomiendan personalmente a Dios su vida y su ministerio, pero también cuentan con las oraciones de sus amigos creyentes.

No hay comentarios: