lunes, 29 de septiembre de 2014

ACUERDENSE DE QUIENES LOS HAN DIRIGIDO Y LES HAN ANUNCIADO EL MENSAJE DE DIOS; MEDITEN CÓMO HAN TERMINADO SUS VIDAS, Y SIGAN EL EJEMPLO DE SU FE

Deuteronomio 34 Muerte y sepultura de Moisés 34 Moisés subió del desierto de Moab al monte Nebo, a la cumbre del monte Pisgá, que está frente a Jericó. Desde allí el Señor le hizo contemplar toda la región de Galaad hasta el territorio de Dan, 2 las regiones de Neftalí, Efraín y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Mediterráneo, 3 el Négueb, el valle del Jordán y la llanura de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Sóar. 4 Y el Señor le dijo: «Éste es el país que yo juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. He querido que lo veas con tus propios ojos, aunque no vas a entrar en él.» 5 Y así Moisés, el siervo de Dios, murió en la tierra de Moab, tal como el Señor lo había dicho, 6 y fue enterrado en un valle de la región de Moab, frente a Bet-peor, en un lugar que hasta la fecha nadie conoce. 7 Murió a los ciento veinte años de edad, habiendo conservado hasta su muerte buena vista y buena salud. 8 Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en el desierto de Moab, cumpliendo así los días de llanto y luto por su muerte. 9 Y Josué, hijo de Nun, recibió de Moisés sabiduría, pues Moisés puso sus manos sobre él; así que los israelitas le obedecieron e hicieron como el Señor había ordenado a Moisés. 10 Sin embargo, nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor hablara cara a cara, 11 o que hiciera todos los prodigios y maravillas que el Señor le mandó hacer en Egipto contra el faraón, sus funcionarios y todo su país, 12 o que le igualara en poder y en los hechos grandes e importantes que hizo a la vista de todo Israel.

jueves, 18 de septiembre de 2014

HABLAR DE LA VERDADERA HISTORIA DE UNO, CON DIOS

1 Crónicas 16:7-13 Alabad al Señor, invocad su nombre, dad a conocer en los pueblos sus obras. —1 Crónicas 16:8 Cuando el destacado autor Studs Terkel buscaba un tema para su próximo libro, uno de sus amigos le sugirió que escribiera sobre la muerte. Aunque al principio se resistió, la idea fue tomando gradualmente forma, pero su voz se volvió extremadamente real cuando su esposa, con quien había estado casado 60 años, falleció. Entonces, el libro se convirtió en una investigación personal: un ansia de saber qué hay después de la muerte y adónde acababa de ir su amada. Las páginas del libro son un conmovedor recordatorio de nuestra propia búsqueda de Jesús, y de las preguntas y preocupaciones que tenemos sobre la eternidad, mientras recorremos el sendero de la fe. Estoy agradecido por la seguridad que podemos tener de que estaremos con Jesús después de la muerte si hemos confiado en Él para que perdone nuestro pecado. No hay mayor esperanza que esta. Ahora tenemos el privilegio de compartir esta esperanza con todos los que podamos. En 1 Pedro 3:15, se nos exhorta: «… estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros». Como declaró David, Dios nos da la oportunidad de «[invocar] su nombre, [dar] a conocer en los pueblos sus obras» (1 Crónicas 16:8). Las historias de muchas personas que amamos no han terminado aún, y el privilegio de hablarles del amor de Jesús es un regalo sumamente precioso. —Que diariamente anhelemos contar nuestra historia de Jesús, y que tengamos oportunidad de hacerlo.

lunes, 15 de septiembre de 2014

HAY RECOMPENSAS A LOS QUE VENCEN

Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1 Corintios 3:8 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21 Cada año los jefes de Estado y sus ministros conceden cierto número de condecoraciones a algunas personas que lo merecen en todas las disciplinas o profesiones. El día de la ceremonia los galardonados se presentan ante los altos funcionarios, quienes ponen una medalla en su pecho y los felicitan calurosamente. La prensa informa y publica fotos sobre el suceso. Los cristianos tenemos el privilegio de servir a un Señor. Y mucho más que las autoridades de este mundo, el Señor está atento a la fidelidad de los suyos. Él ve y sabe todo; no olvida nada de lo que hacemos por él. Jesús, el justo Juez, sabrá recompensarnos un día (Hebreos 11:6). En todo lo concerniente al juicio humano, puede haber injusticias: recompensas dadas injustamente o recompensas que no fueron atribuidas a personas que lo merecían. En oposición a las distinciones humanas, la recompensa que el Señor prepara para cada uno de los suyos no será el resultado de ningún error, sino que retribuirá exactamente todo lo que haya sido hecho para él. No obstante, aunque la Biblia menciona la recompensa para animar al creyente, éste no trabaja con miras a ella, sino por amor y agradecimiento a su Señor. Apocalipsis -2 7-Al que venciere, daré á comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios 11- El que venciere, no recibirá daño de la muerte segunda 17-Al que venciere, daré á comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. 26-Y al que hubiere vencido, y hubiere guardado mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las gentes; 27-Y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantados como vaso de alfarero, como también yo he recibido de mi Padre: 28- Y le daré la estrella de la mañana. Apocalipsis -3 5-El que venciere, será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 12-Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalem, la cual desciende del cielo de con mi Dios, y mi nombre nuevo 21-Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. ¿Qué podríamos desear más que la aprobación del Señor? “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2:15).

domingo, 14 de septiembre de 2014

LA BIBLIA ES UNA DE LAS FORMAS DE CONOCER A DIOS

Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 2 Timoteo 3:14-15 La Biblia no es un libro de ciencia, pero sus declaraciones no son opuestas a los descubrimientos de la ciencia. Si hay algo que parezca contradecir la Biblia, la mayoría de las veces sólo se trata de simples teorías o hipótesis. La Biblia lleva la huella de Aquel que la inspiró: movidos por el Espíritu Santo, los hombres hablaron de parte de Dios. ¿Qué decir de la influencia de la Biblia en todos los ámbitos? Este Libro marcó nuestra civilización. La Biblia hace un retrato exacto del hombre; es como un espejo que nos muestra lo que somos realmente. Por el efecto que produce demuestra su fuerza (Hechos 19:20). Pero cuando uno estudia, medita, cree y pone en práctica seriamente la Biblia, ésta actúa en él de forma saludable. Gracias a su influencia, personas encadenadas por el mal son liberadas; mediante su acción, el débil es fortalecido, y el que está desanimado es consolado… ¡La Biblia transforma vidas! Si una persona famosa nos escribiese, leeríamos su carta. El que se dirige a nosotros es nuestro Creador, quien también quiere ser nuestro Salvador. ¿Podríamos permanecer sordos a lo que nos dice? La Biblia tiene un objetivo esencial. Revela a una persona: Jesucristo, el Hijo de Dios, quien dio su vida en rescate por nuestros pecados. Gracias a ella podemos conocer a un Dios personal y vivo, que ama al hombre, y que nos invita a acercarnos a él para recibir la vida, la vida eterna.

viernes, 12 de septiembre de 2014

¿COMO LLEGAMOS A SER CRISTIANOS VERDADERAMENTE LIBRES?

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:31-32 La libertad es una de nuestras mayores preocupaciones, pero no olvidemos que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. En efecto, si cada uno vive como bien le parece, pronto llegará la catástrofe. ¡Cuántas obligaciones, e incluso daños, se imponen a los demás bajo el pretexto de la libertad! En el mundo laboral, por ejemplo, el rendimiento que los accionistas exigen a las empresas puede esclavizarlas. ¿Dónde podemos hallar ese marco de respeto al prójimo y los límites al ejercicio de la libertad? Muchos se imaginan que el cristianismo es una serie de «deberes» como: ir a la iglesia, confesarse, dar ofrendas, casarse, ser fiel… ¡Cuántas obligaciones! Entonces, ¿en qué nos hace libres el hecho de ser cristianos, como lo afirma Jesús? La libertad cristiana no consiste en elegir entre una serie de reglas de conducta. Surge de lo siguiente: al ser liberados de la esclavitud del pecado, podemos vivir tratando de agradar a Dios, siguiendo a Jesús quien, aunque no tenía pecado ni obligaciones que cumplir, no buscó agradarse a sí mismo, sino que pudo decir: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Mostró una libertad generosa y atenta, buscando sin parcialidad el bien de los que lo rodeaban. La verdadera libertad que Jesús promete a los que creen en él y le siguen es el ser libre de rechazar lo que lo deshonra, lo que daña al prójimo como a sí mismo; y –en la misma actitud de gracia que él– el ser libre de amar incluso a nuestros enemigos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

SIN MI NADA PODÉIS HACER - Dijo: Jesús

Has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven. Salmo 56:13; 130:3-4 Hoy la palabra pecado es menospreciada, pero a los ojos de Dios, quien no puede soportar el mal (Habacuc 1:13), ella conserva todo su sentido. Estos son algunos de sus efectos repulsivos: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21). Pero el pecado al principio es más insidioso: “Cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6). Su fuente se halla en nuestra voluntad de independencia frente a Dios. La Biblia da la solución: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Dios borra los pecados de todos los que se reconocen pecadores y creen en el valor de la sangre derramada en la cruz. A éstos Dios les da el derecho “de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Luego el cristiano tiene que velar para no hacer el mal. Dios me dice: “Huye también de las pasiones” (2 Timoteo 2:22), para que éstas no me conduzcan a pecar. A veces oímos decir: «Es más fuerte que yo, no puedo resistir». Si estoy solo, claro que es imposible. Pero Dios envió su Espíritu, el cual habita en el creyente y le da la fuerza para resistir al pecado. Sin embargo, para que su poder divino pueda actuar en mí, debo saber que Cristo murió no sólo para borrar mis pecados, sino también para cortar el vínculo entre el pecado y yo: estoy muerto al pecado (Romanos 6:11). Ya no tengo por qué obedecerle. ¿Lo acepto? Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

UNA DE LAS MARAVILLAS QUE DIOS PUEDE HACER

(Dios dijo Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que… será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:11 ¿No es mi palabra como fuego, dice el Señor, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremías 23:29 Cierta noche, en Brasil, un ladrón entró sigilosamente en una casa. De repente escuchó un ruido y se escondió debajo de una cama. Sintió mucho miedo porque todos los miembros de la familia se reunieron en la habitación donde él se había escondido. El padre de familia se sentó precisamente en esa cama, tomó un libro y leyó en voz alta. Las palabras escuchadas conmocionaron al ladrón. Cuando terminó la lectura, toda la familia se puso de rodillas para orar. El padre hablaba como a un amigo presente. El ladrón nunca había pensado que se podía hablar a Dios con tanta confianza y libertad. Luego cada uno se fue a dormir y el silencio reinó en la casa. El intruso, todavía temblando, salió de su escondite y rápidamente abandonó la casa sin llevar otra cosa que el misterioso libro negro que había quedado sobre la mesa. Era una Biblia, la cual empezó a leer asiduamente. Poco a poco comprendió que la verdadera felicidad estaba en ese libro. Al fin un día tomó la decisión de poner su vida en orden con Dios, creyó en el Señor Jesucristo, le confesó sus pecados y recibió su perdón. ¿Qué le quedaba por hacer? Devolver la preciosa Biblia a sus propietarios y contarles su historia. En la misma habitación, de rodillas, el padre de familia y el ladrón arrepentido dieron gracias al Señor por haberlos hecho hermanos en Cristo Jesús.

martes, 9 de septiembre de 2014

CUANDO UNA COSA NO SALE BIEN HAY QUE VOLVERLA A HACER HASTA QUE SE LOGRE

Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra del Señor, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero? Jeremías 18:3-6 Es interesante observar a un alfarero haciendo una vasija. Con los mismos movimientos de hace miles de años, ejerce suaves presiones sobre la arcilla que gira en el torno para así obtener la forma deseada. Si la vasija toma una forma defectuosa, el alfarero recoge la masa y vuelve a fabricar una nueva. Pero cuando se ha terminado la cocción, es demasiado tarde para modificar cualquier detalle: la vasija se utilizará tal como quedó o se desechará. Del mismo modo, nuestras vidas están en las manos de Dios. Desde Adán y Eva, nuestros primeros padres, tomaron una forma anormal debido a nuestra innata oposición a nuestro Creador. Sin embargo, si reconocemos ante Dios lo que somos, nuestro egoísmo, nuestros errores, nuestra maldad, él nos transforma. Nos da una nueva vida en Jesucristo. Lo único que debemos hacer es aceptarlo antes de que sea demasiado tarde. ¡Es preciso ir a Dios ahora mismo! Y nosotros, creyentes, ¿consideramos que tal vez nuestra vida ha sido desperdiciada? Debido a nuestra obstinación, a nuestra voluntad que le cuesta someterse a Dios, hemos sido vasijas defectuosas. Somos conscientes de nuestra incapacidad para levantarnos por nosotros mismos. Pero el divino Alfarero, del que habla el profeta Jeremías, no es tomado desprevenido. Cuando nos volvemos realmente a Dios, él puede dirigir nuevamente nuestra vida para su gloria.

lunes, 8 de septiembre de 2014

DISPARAR NO ES COBARDÍA SINO EVITAR UN DESORDEN

Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. 2 Timoteo 2:22 Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 1 Corintios 15:33 Vivimos en una época en que las nociones del bien y del mal son tan confusas que corremos el peligro de adoptar un juicio completamente falso si no está basado en la Palabra de Dios. Sin duda el mundo ha evolucionado mucho más en los últimos cincuenta años que durante los cinco siglos precedentes. Pero al mismo tiempo la violencia sigue estando ahí, y la inmoralidad nos agrede de muchas y diferentes maneras. Por ello es muy oportuno recordar la firmeza y la pureza de José frente a la tentación, cuya historia está narrada en el primer libro de la Biblia (Génesis 39). José era esclavo, joven, hermoso, y su señor confiaba plenamente en él. La esposa de éste trató de seducirlo insistentemente para llevarlo a cometer adulterio. Frente a esta tentación José se hallaba solo, lejos de su familia en un país extranjero. ¿Cómo podía escapar de la red que lo encerraba? Huyendo lejos de esa mujer, como huimos ante una serpiente venenosa. Esta huida era la única actitud sabia. Normalmente, en una batalla, huir es una actitud cobarde, de derrota, pero en el ámbito de la fe significa ganar. Jóvenes cristianos, pidan al Señor la fuerza para permanecer puros y proseguir la santidad (Hebreos 12:14). Tengan el valor de apagar esa pantalla, de cerrar ese libro que los llena de malos pensamientos, de decir no a algunos compañeros que se burlan de ustedes porque no quieren actuar como ellos. Aborrezcan el mal. ¡Nunca olviden que Dios los ve!

domingo, 7 de septiembre de 2014

COMO SACERDOTES DEL ALTÍSIMO DEBEMOS INTERCEDER POR TODAS LAS PERSONAS

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia. Efesios 6:18 Hermanos, orad por nosotros. 1 Tesalonicenses 5:25 «Por favor, oren por mí», pedía a menudo una mujer a sus vecinos cuando iban a una reunión cristiana. Ella sabía que sus amigos creyentes no la olvidaban. Los cristianos tenemos el privilegio de dirigirnos a Dios mediante peticiones, súplicas y acciones de gracias (Filipenses 4:6), “con toda oración” (Efesios 6:18). Orar por “todos los hombres”, ¿no es acaso uno de nuestros primeros deberes hacia ellos? Esto es “bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:1-4). Nosotros que tenemos el gozo de conocer a Dios como un Padre que nos ama y responde a nuestras necesidades, oremos más por nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo… Pensemos igualmente en las autoridades de nuestro país. Gracias a su protección podemos vivir “quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:2). Padres cristianos, oremos por nuestros hijos, para que ellos también descubran la verdad y reciban la vida eterna mediante una fe personal en el Señor Jesucristo. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Oremos para que sean guardados, al igual que nosotros mismos, de todas las malas influencias que están en el mundo. Oremos asimismo por todos los que anuncian el Evangelio. Ellos encomiendan personalmente a Dios su vida y su ministerio, pero también cuentan con las oraciones de sus amigos creyentes.

viernes, 5 de septiembre de 2014

COMO DEBEN CRECER LOS CRISTIANOS?

El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. Salmo 92:12-14 La palmera crece en las regiones cálidas. Posee un largo tronco y su follaje siempre está verde. A pesar de su altura, puede soportar fuertes vientos sin romperse, gracias a las fibras especiales que lo componen. Sus raíces, igual de largas que su tronco, buscan agua en lugares muy profundos y le dan su estabilidad. La savia circula por la parte central del tronco de la planta, y no solamente bajo la corteza, como sucede en los demás árboles. Como creyentes, aprendamos la lección de la palmera, la misma que nos enseña la Biblia. Nuestro Dios quiere que vivamos, en toda circunstancia, con la mirada puesta en el cielo, dándole las gracias y gozosos. Seamos como aquella mujer que fue sanada por Jesús: “se enderezó luego, y glorificaba a Dios” (Lucas 13:13). Pero para que esta actitud sea constante, debemos tener un fundamento estable, estar “arraigados y cimentados en amor” (Efesios 3:17), edificados en Jesús “y confirmados en la fe” (Colosenses 2:7). El alimento interno de nuestra alma, extraído de Cristo, guardado en lo más profundo de nuestro ser y protegido de las influencias exteriores, tendrá como resultado un vigoroso crecimiento y nos permitirá llevar fruto para Dios. Así no nos desanimaremos si la tormenta llega, pues tendremos los recursos para ir hasta el final de la prueba con paciencia y confianza. “Será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:8).

ESTRATEGIAS DE GUERRA DE NUESTRO ENEMIGO Nº1

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. 1 Pedro 5:8 El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 2 Corintios 11:14 Podríamos considerar el camaleón como un monstruo en miniatura. ¡Es un animal muy raro! Sus movimientos son extremadamente lentos. Es muy miedoso, y su medio de defensa es esa extraña facultad que tiene de cambiar voluntariamente de color para ocultarse. Su piel está compuesta por células de diversas pigmentaciones que puede retractar o dilatar y mezclar, de modo que produce toda una gama de colores según el paisaje que lo rodea. Ese camuflaje le permite pasar desapercibido tanto de sus enemigos como de sus presas. ¡Excelente truco para captar al imprudente insecto que se acerca! Con un rápido movimiento de la lengua, sin mover su cuerpo, el camaleón engulle a su víctima. Asimismo el diablo, camuflado en un mundo que a veces tiene aspectos seductores, está listo para atrapar a los hombres en sus redes. Como sabe que en la naturaleza humana hay diferentes tipos de codicia, se presenta a cada uno bajo el aspecto que más le conviene. Ya en el huerto de Edén, la voz del tentador no pareció insólita a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Desde entonces su técnica no ha cambiado: bajo su camuflaje, Satanás atrae el corazón de sus presas y las seduce. Primero provoca la duda, luego la incredulidad y la rebelión… Estemos atentos, huyamos de este peligroso enemigo tan pronto como percibamos su astucia, y no tratemos de desafiarle.

jueves, 4 de septiembre de 2014

EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA UN CUERPO ESPIRITUAL OPTIMO

Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 1 Timoteo 4:7-8 En Grecia, en tiempos del joven Timoteo, el ejercicio físico era muy importante: cada mañana los jóvenes ricos iban al gimnasio para practicar diversos deportes. Los animaba la perspectiva de participar en una competencia o incluso de servir como soldados. A eso hace alusión el apóstol Pablo en el versículo del encabezamiento. No desconoce la utilidad del ejercicio físico, pero exhorta a Timoteo a entrenarse metódicamente y con perseverancia para la piedad, a fin de no dejar que su comunión con Dios se interrumpa, para ser guardado en paz e igualmente para poder enfrentarse a las luchas que forman parte de la vida del cristiano. La palabra piedad designa el conjunto de las relaciones que tenemos con Dios: la lectura de la Biblia, mediante la cual Dios nos habla; la oración, a través de la cual hablamos a Dios, y la obediencia como consecuencia de ello. Ejercitarse para la piedad tiene otras consecuencias: las fuerzas que recibimos del Señor son puestas a prueba sobre el terreno, frente a las dificultades y a las tentaciones. Cuando se trata de luchar en nuestra vida cotidiana, la piedad nos mantiene en una buena condición espiritual: no confiamos en nuestras propias fuerzas, porque hemos aprendido a conocer la voluntad de Dios, a ponerla en práctica, sin buscar a nuestro alrededor ayudas ilusorias. “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6:11).

martes, 2 de septiembre de 2014

LA ÚNICA SALVACIÓN QUE DISPONE EL HOMBRE

En el nombre de Jesucristo… por él este hombre está en vuestra presencia sano. Y en ningún otro hay salvación. Hechos 4:10, 12 Toda práctica religiosa que pretenda dar una respuesta a la conciencia atormentada y la paz con Dios es ilusoria si propone al individuo conseguirlo por sus propios medios. Esto sólo halaga el orgullo del hombre haciéndole creer que puede merecer su salvación. Pero la salvación sólo puede venir de Dios. Dios detesta el pecado y lo condena, pero ama al pecador y quiere reconciliarlo con él. Como es justo, no puede cerrar los ojos ante nuestras faltas. La justicia divina condena el pecado y exige su justa retribución. El hombre es culpable y debe sufrir las consecuencias; nadie puede pagar a Dios el rescate por sus pecados. La Biblia dice que el hombre por sí mismo no lo logrará jamás, pues la redención de su vida es de gran precio (Salmo 49:8). Pero Dios, en su amor, nos dio un Salvador, Jesucristo, su propio Hijo. En la cruz Jesús fue mi sustituto, ocupó mi lugar; sufrió lo que yo merecía, recibió el castigo por mis faltas. Sufrió la justa ira de Dios por mis pecados. Si lo creo, Dios me concede su perdón y me libera gratuitamente, pues el precio ya fue pagado. “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Contemplando, Señor, el miserable estado Y el abismo del mal do estuvimos aquí Quisiste Tú morir, librarnos del pecado, Que por nos en la cruz, llevaste sobre Ti. El sepulcro y Satán por Ti fueron vencidos; Vida e inmortalidad Tú sacaste a la luz; En gloria do Tú estás, pronto a tus redimidos Tendrás, cual galardón de la obra de tu cruz.

lunes, 1 de septiembre de 2014

...Y DIOS SE ACORDÓ DE NOE

Salmo 13 Nuestra alma espera al Señor; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. —Salmo 33:20 Esperar resulta siempre difícil; pero, cuando pasan días, semanas y meses sin que nuestras oraciones parezcan tener respuesta, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Quizá podamos enfrentar el día envueltos en sus distracciones, pero, durante la noche, cuesta el doble luchar contra nuestras ansiedades. Las preocupaciones parecen inmensas y los horas de oscuridad, interminables. El agotamiento hace que parezca imposible enfrentar el nuevo día. El salmista se angustiaba con la espera (Salmo 13:1). Se sentía abandonado, como si sus enemigos estuvieran triunfando (v. 2). Es fácil desanimarse cuando esperamos que Dios resuelva una situación difícil o responda una oración repetida varias veces. Satanás susurra que el Señor nos ha abandonado y que nada cambiará. Tal vez seamos tentados a caer en la desesperación. ¿Para qué molestarnos en leer la Biblia u orar? ¿Para qué esforzarnos para adorar junto con otros creyentes en Cristo? Sin embargo, en la espera es cuando más necesitamos nuestros salvavidas espirituales, ya que estos nos mantienen aferrados al amor de Dios y nos vuelven sensibles a su Espíritu. El salmista tenía un remedio: se centraba en todo lo que sabía sobre el amor de Dios, evocaba las bendiciones del pasado y alababa deliberadamente al Señor, quien no se olvidaría de él. Nosotros podemos hacer lo mismo. —Vale la pena esperar a Dios; su tiempo siempre es el mejor.