jueves, 31 de julio de 2008

PARA LAS CASADAS

El primer principio está dirigido a las casadas. ¿Qué le dice el Rey a ellas? Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor (Efesios 5:22). Esta es la orden del Señor para las casadas, el principio del reino de Dios a ellas.
¿Por qué Pablo, cuando habla del hogar, tanto en Efesios como en colosenses, siempre empieza por las casadas? Es porque la primera en subordinarse debe ser la que sigue inmediatamente después de la autoridad principal.
Tomemos el ejemplo de un batallón del ejército. Dentro de él, tenemos soldados rasos, luego cabos, un teniente y un capitán. El cabo debe obedecer al teniente y al capitán, y el teniente debe obedecer al capitán.
Si el batallón va a tener orden, el primero en demostrar sujeción debe ser el teniente. Si él no lo hace, si cuando el capitán le ordena algo el dice: “No tengo ganas de hacerlo”, tampoco sus subordinados le van a obedecer cuando él les dé una orden. Moralmente, ellos quedan libres para desacatarse. La autoridad, entonces, se resquebraja y en el cuartel comienza a reinar la anarquía.
Así ocurre también en el hogar. Si la mujer no se sujeta a su marido, los hijos se sienten libres para desobedecer a los padres; la autoridad ya no existe y reina la rebelión. La mujer debe obedecer a su marido e imponer con su conducta una imagen de respeto y de sujeción reafirmando el principio de autoridad. Ella debe sujetarse a su marido para que Cristo reine en su hogar.
Si el marido es un hombre impulsivo, iracundo, y la mujer no se sujeta, va a haber problemas todos los días: discusiones, gritos, malentendidos, ofensas y contiendas. Si el marido es demasiado “bueno” y “no le molesta que se haga lo que ella dice” para que no haya gritos ni peleas, tampoco así va a reinar Cristo en ese hogar, porque no se estará respetando el orden divino para la familia.

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