viernes, 17 de octubre de 2008

UN VOCABLO BORRADO DEL VOCABULARIO

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20)

Es el vocablo “pecado”. Para millones de personas de nuestro tiempo él perdió por completo su sentido y su fuerza. Muchos dicen que esa noción fue inventada por el clero para asustar a la gente y sacarle con maña limosnas expiatorias. A lo sumo algunos reservan el vocablo “pecado” para designar lo que es evidentemente escandaloso.
Desde hace casi dos mil años. Dios describió los actuales tiempos de esta alarmante manera: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural… crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2ª Timoteo 3:1-5). Ésta es la verdad.
En la India se pueden ver multitudes en el Ganges que exclaman: “¡OH santo Ganges! Lávanos de nuestros pecados”. En el África negra y en otras partes se ofrecen sacrificios para reconciliarse con los dioses. En todos esos paganos subsiste el sentimiento del pecado. Pero, en medio de la cristiandad que debería ser mejor instruida, hay personas que lo quieren ignorar deliberadamente. Llegará el día en que cada uno deberá dar cuenta de sí a Dios. Dichosos aquellos cuyos pecados son borrados por medio de la obra de Cristo en la cruz.

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